“Te haré entender y te enseñaré el camino en que
debes andar...” Salmos 32:8
La Madre Teresa
no se propuso buscar la fama; la fama la encontró. Fue a la India, vio una necesidad
que nadie estaba supliendo, escuchó el llamado de Dios, dejó que su corazón se
apasionara por Él y ministró a las personas más abandonadas y olvidadas del
mundo en los suburbios de Calcuta. Uno de sus dichos famosos fue “La vida que
no se entrega a los demás no es vida”. No nos engañemos; mucho de lo que
hacemos a diario no parece tener ninguna transcendencia, a menos que lo veamos
como parte de un panorama más amplio. Cuando tomas las minucias de cada día,
las pones en un recipiente imaginario de la visión dada por Dios y lo revuelves
todo, de repente de ahí sale propósito, valor, adrenalina y la alegría que se
desprende de saber que estás realizando tu destino.
Es como la diferencia que existe entre llenar sacos
de arena y construir un dique para salvar una ciudad. No hay nada
emocionante en rellenar sacos de arena. Pero salvar una ciudad de las
inundaciones es otra cosa. La construcción del dique da sentido a la monotonía
de meter tierra en los sacos. Y lo mismo sucede con tu visión. Muchas veces la
rutina de la vida puede parecer como llenar sacos. Pero esas mismas actividades
cotidianas, si las vemos a través de la lente del propósito de Dios, cobran
otra dimensión. La visión da sentido a tu mundo, pone orden, da significado al caos
y te permite verlo todo desde una nueva perspectiva. Afortunadamente, es Dios
quien da las visiones; entonces ¡pídele una!
BOB Y DEBBIE GASS - (Devocional "LA PALABRA PARA
HOY")


