lunes, 10 de agosto de 2015

Despachando las distracciones 10 agosto




Al fracasar en sus ataques frontales contra el hijo de Dios, Satanás pasa frecuentemente a medios más sutiles para lograr sus malvados propósitos. Recurre a métodos retorcidos en su intento de apartar al cristiano de su tarea que Dios le ha encomendado. Y frecuentemente logra sus propósitos involucrando al santo en alguna otra ocupación y, de esta manera, distrayéndole.

Nehemías, aquel buen siervo de Dios, se levantó de su llanto para hacer algo con respecto a una visión que Dios había puesto en su corazón. En la providencia divina, fue pronto transferido de Susa a su amada ciudad, Jerusalén, revestido de autoridad y dotado de los materiales para reedificar la ciudad desolada.

Cuando los propósitos y planes de Nehemías fueron dados a conocer a los hombres de Jerusalén, todos se levantaron con un clamor decidido: «Levantémonos y edifiquemos.»

La primera artimaña del enemigo, al oír de la empresa, fue ridiculizar todo el plan. Sanbalat. Tobías y Gésem se rieron de Nehemías y de sus colaboradores hasta el escarnio. Sin amilanarse. Nehemías replicó con todo aplomo: «El Dios de los cielos, él nos prosperará.» Y la obra prosiguió conforme al plan.

Después que todos los otros medios hubieran fracasado en el intento de impedir la reconstrucción, los conspiradores intentaron celebrar una conferencia con Nehemías. El hombre de Dios vio en ello un malvado propósito para perjudicarle y apartarlo de su monumental obra. Su réplica a los que intentaban frenarle y dañarle es clásica, y bien podría ser adoptada como respuesta normativa para todo este tipo de iniciativas: «Yo hago una gran obra, y no puedo ir: porque cesaría la obra, dejándola yo para ir a vosotros» (Nehemías 6:3).

La gran tarea a la que Dios había llamado a Nehemías era tan importante que se debía dejar a un lado toda otra consideración. ¡Ojalá que nosotros tuviéramos un sentimiento tan intenso de estar dedicados a los negocios de nuestro Padre que rechazáramos toda sugerencia del maligno que quisiera llevarnos a alguna empresa menos importante! Rechacémosle con aquellas palabras que se remontan al 445 a.C, y que no pueden ser mejoradas: «Yo hago una gran obra, y no puedo ir.»

Las palabras de Satanás, en su intento de distraernos, provienen a veces de los lugares más inesperados. Marta quería sacar a María de su lugar donde estaba sentada a los pies del Maestro. A veces, si nos descuidamos, nuestro mejor amigo puede distraernos. O pudiera tratarse de alguna actividad muy legítima. Las exigentes demandas de una actividad inacabable nos sacarían demasiadas veces y bien pronto de los pies de Jesús. Estas distracciones deben ser de inmediato despachadas, o sólo conoceremos «la esterilidad de la actividad».

Las agencias cada vez más numerosas y las actividades insólitas de mucha de la actual programación evangelística pueden servir para distraemos si no estamos en guardia, y llevamos a algún serpenteante camino vecinal que acaba en vía muerta. Nos mantendremos en la meta propuesta aferrándonos a la tarea de evangelización mundial a la que Dios nos ha llamado mediante los métodos probados y acrisolados que Dios ha bendecido, evitando así el lodazal de un infructuoso denominacionalismo por una parte, y de una febril y estéril actividad por la otra.

En un mundo como el nuestro, tenemos que dominar el arte, y mantenemos en él, de despachar las distracciones.


A. W. TOZER - (“CAMINAMOS POR UNA SENDA MARCADA")







TRADUCCIÓN