“Entonces dijo a sus siervos: Las bodas a la verdad
están preparadas; mas los que fueron convidados no eran dignos. Id, pues, a las
salidas de los caminos, y llamad a las bodas a cuantos halléis. Y saliendo los
siervos por los caminos, juntaron a todos los que hallaron, juntamente malos y
buenos; y las bodas fueron llenas de convidados.” Mateo 22:8-10
Desde el
Calvario, el evangelio ha salido a toda la humanidad: Judíos y Gentiles,
esclavos y libres, ricos y pobres, buenos y malos por igual. Así fue como “las
bodas fueron llenas de convidados” (22:10). Por favor comprende que esta escena
no se refiere a las Bodas del Cordero. Estos invitados son aquellos que
escuchan el llamado de recibir a Cristo como Señor.
Piénsalo. Según
Jesús, esta novia está compuesta de “todos los que hallaron, juntamente malos y
buenos” (22:10). Tal grupo incluye a los que fueron malas personas: adictos,
alcohólicos, prostitutas, asesinos, jugadores y vendedores de drogas. Sin
embargo, también incluye personas que fueron buenas, aquellos que una vez
confiaron en la justicia de la carne.
Ahora todos han sido cambiados. Han confesado sus
pecados y fueron lavados por la sangre de Cristo.
Típicamente,
pensamos que los banquetes de bodas duran unas pocas horas. En la cultura judía
de los tiempos de Jesús, tales banquetes podían durar hasta siete días. Sin
embargo, para Dios, un día es como mil años. Y en esta parábola, el banquete
del que estamos hablando ha durado desde el Calvario, ha sido llevado a cabo
por siglos, y no terminara hasta que regrese el Novio.
Estimado santo,
¿te das cuenta lo que significa esto? Cada día es tu día de bodas. Como miembro
del cuerpo de Cristo, eres parte de Su Novia. Eso significa que cada mañana
cuando te levantas, debes ponerte tu vestimenta blanca de novia. Si se mancha o
ensucia, debes llevarla a Su Palabra, para que sea limpia, y debes mantener el
anillo de bodas puesto todo el tiempo, pues significa tu estatus de casado,
sellado por el Espíritu Santo. Finalmente, debes festejar del pan del cielo:
Cristo, el maná del cielo.
Este banquete
de bodas está tomando lugar todos los días en el Cuerpo de Cristo.
DAVID WILKERSON - (DEVOCIONAL DIARIO “ORACIONES”)


