Después que
Jesús dio el sermón en el monte, Sus oyentes quedaron maravillados. La
Escritura dice: “La gente se admiraba de
su doctrina; porque les enseñaba como quien tiene autoridad, y no como los
escribas” (Mateo 7:28-29). La palabra “autoridad”, en griego, en este
versículo, significa: “con dominio, poder, libertad; como en control”. Los
oyentes de Jesús decían, en esencia: “Este hombre habla como que alguien que
sabe de qué habla”.
Noten que este
versículo no dice que Cristo habló: “con autoridad”, sino más bien: “como quien
tiene autoridad”. Es una cosa hablar con lo que pensamos que es la autoridad:
en voz alta y bulliciosa, aparentando tener el control total. Pero en el reino
de Dios, la autoridad es algo totalmente diferente. Es algo que tú tienes, no
algo que simplemente hablas.
La autoridad
que Jesús ejerció, sacudió el sistema religioso entero. Los líderes judíos
continuamente venían a Él exigiendo conocer de dónde había obtenido Su
autoridad: “¿Con qué autoridad haces estas cosas? ¿y quién te dio esta
autoridad?” (Mateo 21:23). Jesús les contestó claramente, “no se los diré” (ver
21:24-27). Nuestro Señor sabía que Él no tenía que contestarle al diablo acerca
de dónde obtuvo Su autoridad espiritual.
Cristo tenía esta autoridad, no tan sólo en el
púlpito, sino que también sobre todos los poderes satánicos. Cuando entró
en una sinagoga en Capernaum, fue confrontado por un hombre poseído por un
espíritu demoníaco. El espíritu gritó: “¿Qué tienes con nosotros, Jesús
Nazareno? ¿Has venido para destruirnos?” (Marcos 1:24).
Ahora bien,
Jesús sabía que esta sinagoga no necesitaba otro sermón ni interpretación de la
ley. No necesitaba un seminario de “cómo hacerlo” o algún nuevo programa
motivador. Necesitaban una persona con autoridad, alguien que pudiera expulsar
al diablo de en medio de ellos y limpiar tanto al hombre poseído como aquella
iglesia sin poder.
Cristo hizo uso
de Su autoridad para hacer justamente esto. La Escritura dice: “Jesús le
reprendió, diciendo: Cállate, y sal de él” (1:25). En términos modernos, Jesús
dijo: “Cállate diablo, y vete de aquí”. Y Satanás huyó: “El espíritu inmundo…
salió de él” (1:26). Nuevamente, la gente se maravilló, diciendo: “¿Qué es
esto… que con autoridad manda aun a los espíritus inmundos, y le obedecen?”
(1:27).
Si alguna vez
la iglesia de Jesucristo necesitó Su poder y autoridad, ¡el tiempo es ahora!
DAVID WILKERSON - (DEVOCIONAL DIARIO “ORACIONES”)


