“Estad quietos,
y conoced que yo soy Dios…” Salmo 46:10 (Leer: Salmo 46)
En 2003, en el Abierto de Golf Femenino de los Estados
Unidos, la relativamente desconocida Hilary Lunke se aseguró el premio más
importante en ese deporte… y un lugar en la historia. No solo ganó la final en
los 18 hoyos, sino que también fue su primera victoria como profesional. Su
triunfo sorprendente e inspirador confirma una de las verdades más emocionantes
en cuanto a los deportes: su imprevisibilidad.
Sin embargo, lo imprevisible de la vida no siempre es tan
emocionante. Elaboramos estrategias, hacemos planes, proyecciones y propuestas
sobre lo que nos gustaría que sucediera, pero, a menudo, apenas son poco más
que nuestras mejores suposiciones. No tenemos idea de qué puede traer un año,
un mes, una semana o, incluso, un día. Por
eso, oramos y planificamos; y, después, confiamos en el Dios que conoce
perfectamente lo que nosotros jamás podríamos predecir. Por eso, nos
encanta la promesa del Salmo 46:10: «Estad quietos, y conoced que yo soy Dios;
seré exaltado entre las naciones; enaltecido seré en la tierra».
La vida es impredecible. Hay innumerables cosas que nunca
pueden saberse con certeza. No obstante, sí puedo estar seguro de que hay un
Dios que lo sabe todo y que me ama profundamente. Y, al conocerlo a Él, puedo
«estar quieto»; estar en paz.
¿Qué planes debo entregar hoy a Dios?
El cuidado de Dios es la certeza con que enfrentamos las
incertidumbres de la vida.
(La Biblia en
un año: Salmos 74-76 – Romanos 9:16-33)
BILL CROWDER - (Devocional “NUESTRO
PAN DIARIO")


