“... si tenéis algo contra alguien, perdonadlo” (Marcos 11:25 CST)
Las ofensas más
difíciles de perdonar son las cometidas por las personas más allegadas. ¿Por
qué? ¡Porque tenemos que vivir con ellas cada día! Cuando éramos niños,
nuestras emociones eran tan intensas que las heridas y el daño infligidos
entonces pueden durarnos toda una vida. El dolor es peor cuando quienes nos
agravian son los padres. Quizá nuestra madre nos rechazó en lugar de darnos el
amor que necesitábamos o nuestro padre alcohólico abusó sexualmente de nosotros
de noche. Puede que las víctimas de semejantes horrores sigan consumiéndose con
el resentimiento y la ira muchas décadas más tarde. Y eso te puede llevar a “replicar” esos compor-tamientos y herir a la
gente que amas y que más necesitas. ¿Qué hacer al respecto? ¡Perdonar!
El Dr.
Archibald Hart define el perdón como “renunciar a mi derecho de herirte por
haberme herido”. Sólo cuando llegues a la madurez emocional para liberar a
todos los que te agraviaron, se hayan arrepentido o no, comenzarán a sanarse
tus heridas. Jesús lo expresó así: “Y cuando estéis orando, si tenéis algo
contra alguien, perdonadlo, para que también vuestro padre que está en el cielo
os perdone a vosotros vuestros pecados” (Marcos 11:25 CST). Dirás: ‘Pero si los
perdono, les dejo salirse con la suya’. No, ¡te sales tú con la tuya! Te
liberas del dolor y del resentimiento y te predispones para andar bajo la
bendición de Dios. Deja la transgresión y al transgresor en manos de Dios,
puesto que Él es el único que entiende lo que se hizo y por qué se hizo. Por lo
que a ti respecta, perdona, porque el perdón inicia el proceso de sanidad.
BOB Y DEBBIE GASS - (Devocional "LA PALABRA PARA
HOY")