“... llevamos cautivo todo pensamiento para que se
someta a Cristo” (2 Corintios 10:5 CST)
Tus
pensamientos marcan el límite de hasta dónde puedes llegar en tu
comportamiento, entendimiento y felicidad. Dirás: ‘No lo puedo remediar; me
vienen esos pensamientos sin querer’. ¡Sí puedes! “Las armas con que
luchamos... tienen el poder divino para derribar fortalezas... llevamos cautivo
todo pensamiento para que se someta a Cristo” (2 Corintios 10:4-5 CST). Una “fortaleza”
es un patrón de pensamiento que te controla. Pueden ser cosas como el temor, la
avaricia, la inferioridad, la lujuria, etc. Se le denomina “fortaleza” porque
te encierra con fuerza dentro de ella. ¿Cómo la derribas? Con la Palabra de
Dios. Por ejemplo, si el temor y el sentimiento de inutilidad te dicen que no
eres lo bastante bueno para triunfar, adelántate y declara “Todo lo puedo en
Cristo que me fortalece” (Filipenses 4:13).
Si tu meta inmediata es “sentirte bien”, nunca desarrollarás
la autodisciplina. “...Ninguna disciplina al presente parece ser causa de
gozo, sino de tristeza; pero después da fruto apacible de justicia a los que
por medio de ella han sido ejercitados” (Hebreos 12:11). La disciplina no
aporta alegría inmediatamente, pero después trae un gozo duradero. Fíjate en
“por medio de ella han sido ejercitados”. Debes ejercitar tu mente para que
vaya en la dirección adecuada; de no ser así, te llevará por mal camino. Dios
dice: “...Os he puesto delante la vida y la muerte, la bendición y la
maldición; escoge, pues, la vida...” (Deuteronomio 30:19). Dios te da a elegir;
Él no va a hacerlo por ti. Para andar bajo la bendición de Dios cada día, debes
proponerte tener pensamientos que te ayuden y cuanto más lo practiques más
fácil te resultará. Sólo tienes que pasar el periodo de “ejercitación”.
BOB Y DEBBIE GASS - (Devocional "LA PALABRA PARA
HOY")