"Mi
compañero y amigo íntimo" (Salmos
55:13 NTV)
No hay herida que más duela que la
puñalada de una traición. Quizá te identifiques con la traición que sufrió
David, relatada en el Salmo 55. Es el clamor de un corazón herido, una oración
que anhela alivio. Se encuentra abrumado y desconcertado hasta la médula. Si
hubiera sido un enemigo, "podría soportarlo" (v. 12 NTV). Pero era
"mi compañero y amigo íntimo... disfrutábamos cuando caminábamos juntos
hacia la casa de Dios" (v. 13-14 NTV). Era un trago amargo, ya que se
trataba de su amigo íntimo, el último del que sospecharía, la persona a quien
confiaba sus secretos más profundos, ¡hermano en la fe y compañero en la
adoración! Con razón se le partió el corazón. Por culpa de ese amigo que no cumplió su palabra, ahora él se
encontraba en peligro de muerte.
"En cuanto a mi compañero, él
traicionó a sus amigos; no cumplió sus promesas. Sus palabras son tan suaves
como la mantequilla, pero en su corazón hay guerra. Sus palabras son tan
relajantes como una loción, ¡pero por debajo son dagas!" (v. 20-21 NTV). ¿Cómo
supera David el dolor? Haciendo tres cosas:
1) Lo reconoce. Verbaliza las
emociones que experimenta.
2)
Se lo cuenta a Dios.
En lugar de fingir valentía, comparte su angustia con Dios. "Rogaré y
suplicaré a Dios mañana, tarde y noche, y Él me escuchará" (v. 17 PDT).
3)
Le entrega la situación al Señor.
"Confía al Señor todas tus preocupaciones, porque Él cuidará de ti; Él
nunca permitirá que el justo quede derribado" (v.22 PDT). Haz las tres
cosas hoy mismo y te sanarás.
BOB
Y DEBBIE GASS - (Devocional "LA PALABRA PARA HOY")