"...hay
más bendición en dar que en recibir" (Hechos 20:35 NTV)
Cuando el buen samaritano vio al hombre
herido en el camino (al lado del cual el sacerdote y el levita habían pasado de
largo) tomó la iniciativa y e hizo todo lo que pudo para ayudarlo. Jesús
terminó su parábola diciendo: "Ve y haz tú lo mismo" (Lucas 10:37).
Sam Walton, fundador de la multinacional de almacenes Wal-Mart, enseñó a sus
empleados "la regla de los tres metros". Dice así: "Prometo que
en cuanto esté a tres metros de un cliente, lo miraré a los ojos, lo saludaré y
le preguntaré en qué puedo ayudarle". Esa cadena de grandes almacenes
mundiales aplica la regla de Sam por costumbre. La mayoría reconocemos el valor
de tomar la iniciativa, admitimos lo importante que es en las relaciones
personales, y aun así no lo hacemos. Esperamos a que la otra persona dé el
primer paso, pero eso nos hace perder buenas oportunidades.
El pastor Malcolm Bane observó:
"Si esperas a poder hacerlo todo por todos en lugar de hacer algo por
alguien, terminarás por no hacer nada por nadie". Si te tomas en serio el ayudar a los demás y quieres recibir las
bendiciones de Dios, no esperes, ¡sé tú el primero! El "momento
perfecto" pocas veces llega. Un viejo proverbio judío afirma que "el
sabio hace de inmediato lo que el necio hace al final". Ser el primero en
empezar una conversación a veces puede ser incómodo. Ofrecerse para ayudar
conlleva el riesgo de ser rechazado, y dar a los demás puede conducir a
malentendidos. Nunca te sentirás preparado o cómodo en esas ocasiones, pero
tienes que aprender a sobreponerte al sentido del ridículo y a la inseguridad.
Para ayudar a la gente, primero debes adelantarte y hacer lo que otros nunca
hacen. Así que toma la iniciativa ya. Arriésgate, que es donde se consiguen los
buenos frutos.
BOB
Y DEBBIE GASS - (Devocional "LA PALABRA PARA HOY")