“Oren en el Espíritu en todo momento, con peticiones y ruegos.
Manténganse alerta y perseveren en oración por todos los santos.” Efesios 6:18
¿Sobre qué base puede
alguien ser eximido del deber de orar? Respuesta: Sobre ninguna base. No puedes
ser eximido basándote en una simple naturaleza humana porque si Dios salvará a
los pecadores en base a la oración y yo no oro, ¿qué soy? Las almas mueren,
perecen, se hunden en el infierno mientras que el mecanismo establecido para la
salvación es la oración y la predicación de la Palabra y si yo restrinjo la
oración, ¿qué soy? Sin duda la bondad humana se ha marchado de mi pecho y he
dejado de ser humano, y si es así, no tiene valor hablar de comunión con lo
divino. Aquel que no se compadece de un hombre herido y no busca aliviar el
hambre de alguien que muere de necesidad es un monstruo. Pero el que no se apiada de las almas que se están hundiendo en un
fuego eterno, ¿qué es?
Además, ¿puede
encontrarse alguna excusa en el cristianismo para abandonar la oración? Yo
respondo, no se encuentra ninguna en el cristianismo más que en la naturaleza
humana porque si Cristo nos ha salvado, él nos ha dado de su Espíritu: «si
alguno no tiene el Espíritu de Cristo, no es de Cristo» (Romanos 8:9). ¿Y cuál
era el Espíritu de Cristo? ¿Miró él a Jerusalén y dijo: «Yo creo que se ha renunciado
a la ciudad, está predestinada a la destrucción» y luego siguió tranquilamente
su camino? No, no lo hizo. Él creía en la predestinación pero esa verdad nunca
enfrió su corazón. Él lloró por Jerusalén y dijo: «¡Jerusalén, Jerusalén,
cuántas veces quise reunir a tus hijos, como reúne la gallina a sus pollitos
debajo de sus alas, pero no quisiste!»
(A través de la Biblia en un año: Hechos 13-16)
CHARLES SPURGEON - (Dev. “A LOS PIES DEL MAESTRO”)