"...No aceptaron mis correcciones..." (Jeremías 2:30 TLA)
¿Cómo reaccionas cuando
te corrigen? ¿Te ofendes? ¿Te lo tomas como que te rechazan? ¿Te pones a la
defensiva? ¿Atacas al que te da la buena o la mala noticia y te aseguras de que
nunca más se atreva a hacerlo? ¿Llevas la cuenta y dices: 'Comparado con lo que
yo he conseguido en la vida, tú no has logrado nada'? ¿Te tienes lástima y
piensas que la vida es muy dura porque no te entienden o te aprecian?
Necesitamos que la gente sea sincera con nosotros. ¿Por qué? ¡Porque el ego nos
ciega fácilmente! Cuando Dios envía a alguien para hacer eso, es porque quiere
lo mejor para ti. De hecho, Su buena disposición para corregirte demuestra
cuánto le importas. "...Si se os deja sin disciplina... sois bastardos, no
hijos" (Hebreos 12:8). Así que asegúrate de que tu partida de nacimiento
está en el registro civil del cielo.
Las personas que se
muestran abiertas a la corrección generalmente presentan estas cuatro
características:
1) Vulnerabilidad. Cuando se equivocan, son capaces
de reconocerlo, incluso cuando son confrontados.
2) Disposición para aprender. Están dispuestas a oír, aprenden
rápido y siempre aceptan consejos.
3) Disponibilidad. No intentan evitarte.
4) Sinceridad. Se aferran a la verdad, sin importar cuánto duela.
Dirás: '¡Eso es pedir mucho!'. Sí, tienes razón. Es un grado de madurez que el
orgullo rechaza y del que huye el "ego" inseguro. Hay algo dentro de
cada uno de nosotros que prefiere quedar bien en lugar de hacer lo correcto.
Así que cuando Dios te envíe a gente que te ama lo suficiente como para no
andarse con rodeos contigo, acéptala. Tu crecimiento personal y tu éxito están
en juego.
BOB Y DEBBIE GASS - (Devocional "LA PALABRA PARA
HOY")