"...llegaron cuatro hombres que le llevaban un
paralítico" (Marcos 2:3 CST)
Un día mientras Jesús
estaba predicando en una casa de Capernaúm, "llegaron cuatro hombres que
le llevaban un paralítico" (Marcos 2:3 CST). El hombre quería moverse,
pero no podía. La parálisis espiritual funciona del mismo modo. Por dentro
sabes que eres capaz de lograrlo, pero tu espíritu no responde. ¿Qué ocurre? El
estrés continuo crea una presión que acaba convirtiéndose en frustración, y la
frustración constante produce fatiga. Te sientes apático. No te ilusiona nada.
Todos los días son iguales, hasta que llegas a creer que nunca nada te irá
bien. Puedes vivir en una mansión o en una choza de adobe; mientras no seas
espiritualmente libre, tu morada será como una prisión. Hay diferentes clases
de parálisis espiritual. Está la que te deja con emociones descontroladas. Te
aferras a tu necesidad, como puede ser un trabajo o una persona. Sabes que algo
va mal pero no crees que tenga arreglo.
Otro tipo de parálisis
espiritual surge del agotamiento emocional y físico. Cuando la gente absorbe
tanto de ti, en algún momento te secas. Es
imposible ser de ánimo para los demás si no vuelves a llenar tu pozo en el
Manantial que es Dios. Renuncia a pasar otro día más en un estado de
parálisis, de agotamiento y de descontrol. Igual que el hombre de la historia
de hoy, encontrarás tu repuesta en Jesús. Él te da alegría, libertad y
propósito. "Los que confían en el Señor renovarán sus fuerzas... correrán
y no se fatigarán, caminarán y no se cansarán" (Isaías 40:31 CST). No
obstante, tú deberás aportar tu granito de arena si quieres edificarte
"sobre [tu] más santísima fe, orando en el espíritu Santo. [Consérvate] en
el amor de Dios" (Judas 1:20-21).
BOB
Y DEBBIE GASS - (Devocional "LA PALABRA PARA HOY")