domingo, 15 de marzo de 2015

MIS EMOCIONES BAJO SU SEÑORÍO 3 marzo


MIS EMOCIONES BAJO SU SEÑORÍO



Por Catherine Scheraldi de Núñez







En la psicología moderna, las emociones son conocidas como el estado psicológico o el proceso por medio del cual los deseos internos de las personas interactúan con el mundo externo. Aristóteles definió dicho proceso como la evaluación de un evento. Las emociones permiten que la persona pueda evaluar la urgencia del evento y crear la forma de interactuar con el mundo en relación con ese evento.  Las emociones son dadas por Dios; por lo tanto, son buenas (Gen. 1:31); el problema radica en la forma en que las manejamos (¿o podríamos  decir mal manejamos? ¿O ellas nos manejan a nosotras?)

Algunos investigadores diferencian entre (I) una evaluación primaria o la manera cómo el evento afecta la persona y (II) una secundaria, que es la forma cómo se va a manejar el problema. Las emociones escriben el guión con el cual interactuamos con las otras personas. El contentamiento o cariño son emociones que nos motivan a cooperar con otros. En contraste, el enojo es una emoción de frustración donde la persona adopta un modo de expresión con el cual busca superar su sentido de fracaso. Es una emoción de conflicto que nos ayuda a mantener nuestra identidad. El miedo es una emoción en respuesta a una amenaza que busca proteger la comodidad interpersonal.

Desarrollamos nuestro sentido de identidad dependiendo de áreas diferentes, como son la nacionalidad, raza, género, educación, estatus; también de las tareas que desempeñamos,  por ejemplo nuestra profesión,  o ser madre, padre, hermano (a), hijo (a), sobrino (a) y así por el estilo; y además, de la forma en que realizamos nuestros roles, como ser bondadosas, honestas, conflictivas, ansiosas, depresivas; o partiendo de las enfermedades que padecemos, tales como diabéticas, hipertensas, cardiacas; o aún del hecho de que no padecemos ninguna y estamos sanas. De esa manera, cuando perdemos un rol  importante para nosotras, a través de un evento en la vida como sería un divorcio, viudez, o pérdida de un hijo, la persona  se siente en peligro de perder un aspecto de su identidad. Una pérdida siempre provoca emociones pero cuando la persona encuentra satisfacción en otros roles que desempeña esto le ayuda a mantener su identidad; o si tiene otras relaciones de las cuales deriva su valor, existe menos oportunidad de que sufra un  colapso de sus emociones.

Cuando se padece un trastorno emocional, no necesariamente se debe a que las emociones estén trastornadas sino que la persona percibe su vida de una manera tan desordenada en su mente que le resulta imposible manejar o tolerar lo que está pasando a su alrededor y entonces prevalecen las emociones negativas, como son la ansiedad, el enojo, la frustración, la falta de esperanza o la desesperación. Los hombres tienen la tendencia a reaccionar con enojo,  abuso de drogas o alcohol mientras que las mujeres, con depresión y ansiedad.

Aunque es difícil de comprobar, cada vez se encuentra más evidencia de que las emociones que provoca el estrés afectan el sistema inmunológico del cuerpo, disminuyendo su efectividad.  El sistema inmunológico es el guardián del cuerpo. Cuando una sustancia extraña entra al cuerpo, dicho sistema detecta que la misma es diferente y comienza a producir sustancias llamadas anticuerpos para destruirla, tal como ocurre cuando un ladrón entra a la casa y el guardián  le dispara.  Pero al debilitarse dicho sistema debido al estrés, la habilidad de destruir las bacterias y virus disminuye por lo que las infecciones son más severas y largas.

¿Vivo bajo la autoridad de las emociones o de la Palabra de Dios? ¿Qué o quién define mi identidad fuera de Aquel que señala Hechos 17:28? ¿Cuál ha sido mi refugio cuando he experimentado pérdidas? Lee Salmo 62:6-8 que te dirige hacia el Único Refugio Seguro.







MIS EMOCIONES BAJO SU SEÑORÍO (PARTE 2)


En la publicación anterior pudimos ver algunos de los daños que provoca el estrés. En esta ocasión, continuamos mencionando otros; entre ellos, se encuentra el hecho de que hay muchas enfermedades auto-inmunes en que el cuerpo comienza a producir anticuerpos contra sus propias células como si fueran extrañas, tales como la enfermedad de Grave, Hashimoto, Lupus, artritis reumatoidea, entre otras. Estadísticamente se presentan con más frecuencia después de alguna crisis. 

Otro proceso que ocurre durante toda la vida, es el reemplazo continuo de las células muertas del cuerpo siendo precisamente el sistema inmunológico el encargado de prevenir que las mismas crezcan en forma desordenada y excesiva dando lugar al cáncer. Se cree que esta habilidad de inhibir la formación de tumores disminuye con el estrés.

Existen muchos estudios que han observado un aumento en la incidencia de ateroesclerosis –que es otra enfermedad inflamatoria en la cual el sistema inmunológico juega un papel importante- e infartos -debido a la misma ateroesclerosis- en los cuadros de depresión ocasionando una mayor morbilidad y mortalidad.

Algunas personas pueden manejar el estrés mejor que otras. Así se comprueba en muchos escritos del Dr. Víctor Frankl, que fue un psiquiatra judío en los campos de concentración durante la Segunda Guerra Mundial. Por su conocimiento, los alemanes lo usaron para hacer estudios con los judíos investigando el origen de la capacidad que poseen ciertas personas que les da la habilidad de sobrevivir durante condiciones subhumanas.

Debido a esta experiencia él desarrolló la rama de la Psiquiatría llamada terapia existencial que busca el sentido de la vida ante cualquier circunstancia. Él decía que la vida tenía sentido potencial por lo que aún el sufrimiento adquiere sentido.

El relata una experiencia —que tuvo en una madrugada— en la cual a pesar de caminar en pozos de lodo a temperaturas bajo cero, el pensar en su esposa le provocaba satisfacción, llegando a la conclusión de que aún en tiempos pésimos lo único que permite a un hombre sobrellevar el sufrimiento de una forma honorable es contemplar a su amada, encontrando allí la fuerza para seguir. Por eso concluyó que la meta más elevada a que un hombre puede aspirar es el amor, que se constituye, por ende, en la salvación del hombre; los cristianos sabemos que la fuente del diseño de nuestro plan de salvación se encuentra en el amor perfecto de Dios. En 1ª. Corintios 12:31b el apóstol Pablo introduce ese amor como “el camino mucho más excelente”.

Entre sus observaciones se encuentra, que cuando los prisioneros ya no podían tolerar las realidades del campo de concentración, mentalmente podían escapar de sus circunstancias y quedarse en el reino espiritual lo que constituía una oportunidad invaluable donde ningún guardia podía entrar ni destruirlos. Esto les ayudaba a adaptarse y sobrevivir la tortura. El concluyó que la falta de sentido es lo que produce el estrés y neurosis.

La realidad es que necesitamos una filosofía confiable no solamente para sobrevivir en este mundo tan lleno de maldad sino para crecer,  tener paz y gozo espiritual (Filipenses 4:7) y esto ocurre cuando sabemos que Dios nos ama (1 Juan 4:19), que está en control de todas las cosas (Mateo 10:29-31) y que usa todo para bien de Sus hijos (Romanos 8:28).

Conocer a Jesús personalmente quien es la Verdad (Juan 14:6) no solamente en la vida venidera sino aquí también, es la mejor filosofía de vida.

¿Qué significado tiene para mí lo que dice la Palabra en 2ª Corintios 4:16 “aunque el hombre exterior se desgasta” (tal como lo comprueba el proceso de muerte y reemplazo de células en nuestro organismo) si estoy en Cristo, ¿“mi interior se renueva de día en día”?







(Este artículo procede del Ministerio Aviva Nuestros Corazones ® www.avivanuestroscorazones.com y es reproducido con su permiso).










TRADUCCIÓN