MINISTRANDO AL SEÑOR
Ministerios Vida Nueva para el mundo
Como Iglesia hemos sido llamados a ministrar en tres áreas. En orden de
importancia son: Ministrar al Señor, ministrar a la iglesia y ministrar al
mundo. Creo que como hijos de Dios hemos invertido la importancia de este
orden.
Desde el día de Pentecostés la iglesia ha entendido su papel de
ministrar al mundo llevando el mensaje del evangelio a los perdidos, todo
empezó en Jerusalén, luego en Judea, después en Samaria y hasta donde estamos
nosotros; “Lo último de la tierra”. Claro que hay mucho más que hacer, la
necesidad del mundo es mucha.
De la misma manera hemos entendido la importancia de ministrar a la iglesia, ministrarnos unos a otros. En
las últimas décadas ha habido un énfasis muy fuerte en esta área. Congresos de
jóvenes, campamentos de adolescentes, retiros de matrimonios, eventos para
hombres, mujeres y niños. Todos estos se llevan a cabo con el fin de ministrar
a la iglesia. Cuando visitamos cualquier librería cristiana, encontramos todo
tipo de libros dirigidos a ministrar al cuerpo de Cristo. No hay un tema que se
escape, hasta libros acerca de cómo perder peso se han escrito para los
creyentes.
Aun lo que nosotros hemos conocido como “alabanza y adoración” en las
últimas dos décadas, en su gran mayoría han sido canciones de ánimo y
ministración para la iglesia, canciones de restauración y reflexión, más que de
adoración.
En relación a ministrar a la iglesia el Espíritu Santo nos ha llevado a
entender el poder que hay en nuestras bocas para bendecir, esto ha provocado un
énfasis muy fuerte en bendecirnos los unos a los otros, bendecir a nuestros
hijos nuestras ciudades, etc. Somos una iglesia bendecida.
Pero, ¿qué del área más importante en nuestro ministerio? ¿Qué de
bendecir al Señor?
Esta es el área más descuidada de nuestro ministerio, pero el Espíritu
Santo está haciendo algo maravilloso a través de la tierra, Él está llevando a
los hijos de Dios a cumplir su ministerio más importante “bendecir al Señor”.
No se tú, pero yo me siento tan bendecido por el Señor, que a veces
hasta me siento mal en pedir.
En los últimos meses mis tiempos de oración han carecido de la ya
tradicional “lista de necesidades” y me he dedicado a ministrarle a Él, a
bendecir su nombre. De vez en cuando viene la “tentación” de pedir algo,
especialmente cuando estamos a punto de tener algún evento especial, pero la
resisto y continúo bendiciéndole.
Ministrar al Señor es algo que
haremos por la eternidad, así que debemos empezar a practicarlo con más
frecuencia.
El único ministerio que continuará por la eternidad será el de ministrar
al Señor. El ministerio al mundo acabará, el ministerio a la iglesia terminará,
pero no el de ministrar al Señor.
Todos nos volveremos como los
Ángeles, David dice de ellos: “Bendecid a Jehová vosotros sus Ángeles,…
ministros suyos que hacéis su voluntad” Salmo 103:20-21. El ministerio de los Ángeles es
bendecir al Señor y hacer su voluntad y en esa dirección está caminando la
iglesia.
La iglesia del Señor mostrará que ha madurado cuando aprenda a bendecir
al Señor. Esta es la muestra del verdadero carácter. Así es el carácter de Dios
el carácter de padre.
El que tiene carácter de Padre se deleita en dar, en bendecir, en
cambio, el que no crece y permanece como un niño sólo se deleita en recibir.
Como iglesia hemos demostrado
carácter de niño en este aspecto pero el propósito de Dios es que cada uno de
nosotros alcancemos la madurez, crezcamos hasta convertirnos en padres y nos deleitemos en
dar, en bendecir, especialmente a nuestro Señor.
Desde los tiempos de David no había un énfasis tan fuerte en bendecir al
Señor, pero las cosas están empezando a cambiar.
La iglesia como David está diciendo: “Bendeciré al Señor en todo tiempo,
su alabanza estará de continuo en mi boca”.
Te invito a ministrar al Señor en todo tiempo. Empieza el día
bendiciéndole y termina el día de la misma manera.


