“Por eso me regocijo en debilidades, insultos, privaciones,
persecuciones y dificultades que sufro por Cristo; porque cuando soy débil,
entonces soy fuerte.” 2 Corintios 12:10
Hay un deber y privilegio
elevado y bendecido -diré que ambas cosas- que es para todo cristiano la
necesidad de su vida y eso es orar. ¿Sabes orar, mi hermano? Si sabes orar,
puedes mover el cielo y la tierra. ¿Sabes orar, mi hermano? Entonces puedes
poner a funcionar fuerzas todopoderosas. No sufrirás necesidad porque a la mano
que ora le aguardan provisiones eternas: «Pidan y se les dará». No perderás el
camino porque te guiará la respuesta de la oración. Escucharás una voz detrás
de ti que dice: «Este es el camino; síguelo» (Isaías 30:21).
«Ay, Señor», dices tú,
«yo no puedo orar de modo imperante». Entonces no eres como Jacob, bueno en la
lucha. Bueno, déjame presentarte el texto. De esta debilidad en la oración solo
puedes hacerte fuerte mediante la fe. Cree
en Dios y prevalecerás con Dios. Cree en su promesa e implórala. Cree en su
Espíritu y ora por su ayuda. Cree en Jesús, quien intercede, porque
mediante él puedes ir arriesgadamente al trono de la gracia. El que sabe orar
tiene su mano en una palanca que mueve el universo. Pero no hay oración sin fe.
Cree en la oración y orarás con fe. Algunos no creen que la oración implica
mucho. ¡Pobre de ellos! ¡Que el Señor los enseñe!
(A través de la Biblia en un año: Juan 9-10)
CHARLES SPURGEON - (Dev. “A LOS PIES DEL MAESTRO”)


