“Tengo muchas cosas que deciros, pero ahora no las
podéis sobrellevar. Pero cuando venga el Espíritu de verdad, él os guiará a
toda la verdad.” Juan 16:12–13
En el corazón
del discurso en el aposento alto hay dos promesas relacionadas con el
ministerio de enseñanza del Espíritu de la verdad. En primer lugar, el Espíritu
de la verdad ‘os recordará todo lo que yo os he dicho’ (14:26). Aunque personas
creyentes con escasa memoria han tratado de reclamar para sí esta promesa, en su
origen estaba destinada a los apóstoles. Jesús había estado enseñándoles
durante tres años; ahora le interesa que pueda preservarse ese rico patrimonio.
Él se ha ocupado de enseñar; el Espíritu Santo se ocuparía de recordarles lo
aprendido. Esa promesa se cumplió al escribirse los Evangelios.
En segundo
lugar, el Espíritu de verdad ‘os guiará para que podáis entender la verdad
completa’ (16:13 - BLP) o ‘a toda la verdad’. Me pregunto si hay versículo bíblico
que haya sido tan mal interpretado como este. El interrogante de fondo es la
identidad de aquellos a quienes se dirige la promesa. Los católicos romanos lo
aplican al papa y al colegio primado, considerados como los sucesores de los
apóstoles. La Iglesia Ortodoxa lo aplica a la Iglesia y a su tradición, los
teólogos liberales a la corriente de opinión académicamente formada, y los
pentecostales a cada creyente lleno del Espíritu Santo. Los cristianos
reformados y evangélicos insisten en que debe aplicarse a los apóstoles
reunidos en torno a Jesús en el aposento alto. El enfoque es claro en sus
palabras en Juan 16:12–13: ‘Aún tengo muchas cosas que deciros, pero ahora no las
podéis sobrellevar. Pero cuando venga el Espíritu de verdad, él os guiará a
toda la verdad’. En la primera oración, es indudable la referencia a los
apóstoles allí presentes. La segunda oración está necesariamente relacionada
con la anterior, no podría cambiar de destinatario. Es evidente que Jesús consideraba que su ministerio de enseñanza estaba
aún incompleto. Había mucho más que quería enseñar a los apóstoles, pero
eran incapaces al momento de recibirlo todo. El Espíritu Santo completaría la
tarea que Jesús dejaba incompleta. Él guiaría a los apóstoles a toda la verdad
que quería que conocieran, y la promesa se cumplió al escribirse el libro de
Hechos, las cartas apostólicas, y el libro de Apocalipsis.
Es decir que el
ministerio del Espíritu Santo consistiría tanto en recordar como en
complementar la enseñanza de Jesús, y ambas tareas se cumplieron al escribirse
el Nuevo Testamento.
(Para continuar leyendo: Juan 15.26–27; 16.12–15)
JOHN STOTT - (Devocional “TODA LA BIBLIA EN UN AÑO”)