“Porque vino Juan, que no comía ni bebía, y ellos dicen:
«Tiene un demonio». Vino el Hijo del hombre, que come y bebe, y dicen: «Este es
un glotón y un borracho, amigo de recaudadores de impuestos y de pecadores».
Pero la sabiduría queda demostrada por sus hechos.” Mateo 11:18-19
Otros profetas, cuando
vinieron, estaban vestidos con vestiduras raídas y sus costumbres eran austeras
y solemnes. Cristo no vino así; vino a ser un hombre entre los hombres, festivo
con los que festejaban, alguien que comía miel con los que comían miel. No era
diferente de nadie y por eso lo llamaban glotón y borracho. ¿Por qué Cristo
hizo esto? ¿Por qué se comportó así, como decían los hombres, a pesar de que
era en verdad una calumnia? Era porque él quería que sus discípulos no
estimaran las carnes ni las bebidas sino que despreciaran esas cosas y vivieran
como los demás; porque él les enseñaría que lo que contamina al hombre no es lo
que entra en él sino lo que sale. Lo que
le hace daño a un hombre no es lo que come con moderación, sino lo que un
hombre dice y piensa. No es abstenerse de la carne, no es el mandamiento
carnal de «no tomes en tus manos, no pruebes, no toques» lo que constituye los
fundamentos de nuestra religión, a pesar de que pudiera ser una buena cláusula
añadida a esto. Cristo comió mantequilla y miel, y su pueblo puede comer
mantequilla y miel; más aún, cualquier cosa que Dios en su providencia les dé,
ese será el alimento del hijo de Cristo.
(A través de la Biblia en un año: Juan 13-14)
CHARLES SPURGEON - (Dev. “A LOS PIES DEL MAESTRO”)