PURA PASIÓN
Por Dr. Neil T. Anderson
Hace poco escribí el prefacio para la autobiografía de David Foster, que
saldrá a la venta en 2014. Su padre era un pastor presbiteriano de tercera
generación, pero David nunca recibió el amor y la aceptación que anhelaba. Su
ira hacia Dios y sus padres lo llevó a las drogas y la inmoralidad sexual. Se
dirigió a Hollywood y se convirtió en un actor menor y un prostituto. Todo lo
que quería era amor y aceptación y pensó que lo había encontrado en una secta
con un falso Mesías. Pero el “sabueso celestial” lo persiguió y un viaje a
Tierra Santa le abrió los ojos al verdadero Mesías.
Salir de ese estilo de vida le ha tomado años, y ahora David está
haciendo una importante contribución a la iglesia con su ministerio (ver www.PurePassion.us y www.MasteringLife.org). Hay tres
aspectos que debemos tener en cuenta para ayudar a otros como David.
En primer lugar, es muy difícil ser
parte de una verdadera comunidad cristiana cuando se tiene atracción por el
mismo sexo. La
verdadera iglesia no compromete el Evangelio y rectamente mantiene una moral
bíblica. Sin embargo, esto puede ser transmitido de tal manera que los que
están luchando pueden ser obligados a esconderse. Imagínese lo que es tener
estas luchas y que todo el mundo que le rodea esté escandalizado por cualquier
desviación sexual. Es como una lepra de hoy en día. Es probable que se sienta
culpable, avergonzado y sumamente asustado que alguien pueda ver sus conflictos
internos.
En segundo lugar, la mayoría de los
que luchan con la atracción hacia el mismo sexo han sido abusados, sexualmente
y en otras maneras.
La última cosa que queremos hacer es agregar más abuso, crítica o rechazo. En
realidad, tengo más empatía por aquellos que luchan con atracción hacia el
mismo sexo que con los cristianos que han engañado a sus cónyuges. Las personas
no simplemente decide un día que les gustaría ser gay, y la mayoría están
confundidos en cuanto al origen de su problema.
En tercer lugar, en nuestro ministerio
tratamos de ayudar a la gente a encontrar su identidad y libertad en Cristo a
través de un genuino arrepentimiento y fe en Dios. Si tenemos éxito, son perdonados y
ahora son nuevas criaturas en Cristo. Ya no son gay y no deben identificarse
como tales, pero aún conservan los viejos patrones de la carne, que necesitan
crucificar y aprender a dejar atrás. La terapia reparativa que muestra imágenes
sexuales del sexo opuesto es sólo perjudicial. No estamos tratando de
reemplazar un deseo por otro. De manera similar, los que han vencido al
alcoholismo ya no son alcohólicos, son hijos de Dios que probablemente todavía
se les antoja el alcohol, pero han aprendido a vencer esos antojos. Con el
tiempo la atracción hacia el alcohol y el sexo inmoral se irá desvaneciendo a
medida que crezcan en la gracia. Nuestros patrones en la carne no definen lo
que somos en Cristo.
(Traducción: Ricardo Gallardo. Ministerio de Libertad en Cristo en
México)