Ester nos enseña que
hay una mejor manera: aprende cómo entrar en la presencia del Rey y pide desde
la posición de la relación íntima.
En 1 Reyes 1:15 – 30 Betsabé intercede ante su marido el Rey David por
su vida y por la vida de su hijo. David estaba próximo a morir, y había puesto
a un lado la decisión de quién reinaría en su lugar, uno de sus hijos se estaba
proclamando rey así que el Rey David proclamó rey sucesor a su hijo Salomón
hijo de Betsabé.
Si pones atención a las
oraciones que le ofreces a Dios, quizá puedas notar que a veces tu pides o
haces peticiones al Rey de Reyes basadas en el protocolo formal y del
“argumento legal” de las Escrituras. Hasta cierto punto, esto es propio y
bueno. De cualquier modo, todo se empeora cuando permitimos que la presunción,
motivos equivocados, o egoísmo contaminen y se infiltren en nuestras peticiones
al Señor.
Algunas de estas cosas
se ven en los servicios de iglesias de vez en cuando: “a veces nos apuramos a
la iglesia y presionamos nuestras actividades religiosas planeadas para que
podamos aventarle nuestras peticiones a Dios como hijos desagradecidos,
buscando sus manos y esculcando en sus bolsillos infinitos tesoros propios”.
De hecho, se nos ha
pedido que hagamos ciertas “oraciones petitorias” en el Nuevo Testamento.
Las oraciones más
efectivas -aquellas con una forma mucho más intima y apasionada- se usan cuando
oramos en beneficio de aquellos que conocemos y con quienes compartimos un
pacto. Santiago el apóstol
dijo, “confesaos vuestras ofensas unos a otros, para que oren unos por otros y
puedan ser sanados, porque la oración eficaz del justo puede mucho”.
De cualquier manera, las oraciones más efectivas ofrecidas a
Dios están basadas en nuestra relación con Su Hijo, es una relación íntima
de familia que recibimos a través de Cristo Jesús. Esta es la llave central
para ofrecer peticiones desde una posición de intimidad.
“Y porque sois hijos,
Dios ha enviado el Espíritu de su Hijo a nuestros corazones, clamando ¡Abba
Padre! Por tanto, ya no eres siervo, sino hijo, y si hijo, también heredero de
Dios por medio de Cristo”
Imagina que tienes un
enemigo que te odia sin razón alguna y está totalmente dedicado a tu
humillación, degradación y destrucción total. (A propósito, sí tienes un
enemigo así… se llama Satanás)
Ahora ¿quisieras
pararte ante el trono de Dios y presentar tu petición de ayuda basado en tu
necesidad (la mera necesidad no parece mover a Dios), o acercarte a su lado y
susurrar tu petición a Él como hijo o hija que eres? La respuesta parece obvia
¿no?
ORACIÓN. Padre, tú ya conoces las necesidades de mi vida y
conoces los miedos que a veces traigo en la cabeza. Rindo todos mis miedos a ti
y vengo a ti con un corazón lleno de alabanza para clamar “Abba Papi” En cuanto
a mis necesidades… prefiero adorarte y alabarte un poco más y luego quizá te
pida algo…, en el nombre de Jesús, amén.
TOMMY TENNEY - (Dev. "VIDA NUEVA PARA EL MUNDO”)


