LA IGLESIA ES GUARDIANA DE LA SANA
DOCTRINA
Por Salvador Gómez Dickson
Jesucristo ha asignado muchas responsabilidades a su iglesia. Una de
ellas es que debe ser guardiana de la sana doctrina, “columna y baluarte de la verdad” (1 Tim. 3:15). Toda la iglesia
tiene una contribución que hacer en esto, no sólo los pastores y maestros. Lo
que está en juego en gran medida importante.
Nadie pasa a ser de Cristo creyendo
y abrazando el error.
Un fallo en esto puede ser fatal para el destino de cualquiera. No nos salvamos
creyendo cualquier cosa, como si las buenas intenciones bastaran para alcanzar
la gloria. Hay un amor por la verdad que es imprescindible para la salvación (2 Tes. 2:10), y Jesús ofreció severas
advertencias contra aquellos que habían abrazado una versión ligera y
superficial del evangelio.
La edificación de la iglesia no se logra alimentándose del error.
Necesitamos instrucción para poder desempeñar nuestra función como miembros del
cuerpo de Cristo (Efesios 4:11-12) y
el propósito es que todos (no sólo algunos) alcancemos la debida madurez en
Cristo (v. 13). Una de las señales
de esa madurez es la firmeza doctrinal: “Para que ya no seamos niños
fluctuantes, llevados por doquiera de todo viento de doctrina, por estratagema
de hombres que para engañar emplean con astucia las artimañas del error” (v.
14). De manera similar, el autor de la Epístola a los Hebreos advierte a sus lectores sobre el mismo punto: “No os dejéis llevar de doctrinas diversas y
extrañas” (13:9a). El lenguaje utilizado nos da la idea de alguien que es
arrastrado por la corriente. Nuestro vigor y estabilidad doctrinales deben ser
tales que podamos nadar en contra de la corriente en un mundo donde abundan los
desvaríos ideológicos. En los días del apóstol Pablo tenían a aquellos que
prohibían el matrimonio y el consumo de ciertos alimentos, prohibiciones que el
apóstol catalogó como “doctrinas de
demonios” (1 Tim. 3:1-3).
No es de balde que Satanás es calificado como ‘el maligno’. Siempre
buscará la manera de hacer el peor daño. Es por esa razón que se disfraza como
ángel de luz. “El error raras veces está totalmente equivocado. A menudo es una
media verdad enseñada como si fuera toda la verdad” (Maurice Roberts). El
creyente está llamado a velar, pues sólo se necesita una gota de veneno para
recibir el daño. Sus enseñanzas están
contenidas en libros que son éxitos de venta, en páginas y blogs cristianos, en
canciones y revistas.
Ante esta realidad, estamos llamados a estar atentos a las diversas
maneras en que la falsa doctrina tratará de inmiscuirse entre el pueblo de
Dios.
“Mas os ruego, hermanos, que os
fijéis en los que causan divisiones y tropiezos en contra de la doctrina que
vosotros habéis aprendido, y que os apartéis de ellos. Porque tales personas no
sirven a nuestro Señor Jesucristo, sino a sus propios vientres, y con suaves
palabras y lisonjas engañan los corazones de los ingenuos” (Rom 16:17-18).
¿Te recomendaron un libro o lo viste en una librería? ¿Conoces al autor?
¿De qué se trata? No todos los temas tienen la misma trascendencia. Pregunta,
indaga. El tiempo es escaso; los libros abundan. Mejor lee un libro que estés
seguro que es bueno y recomendable y no diez de dudosa reputación.
La iglesia debe procurar que la proclamación del evangelio se encuentre
libre de error. Es posible que el texto que primero venga a nuestras mentes sobre
esto sea Gálatas 1:6-8. “Estoy
maravillado de que tan pronto os hayáis alejado del que os llamó por la gracia
de Cristo, para seguir un evangelio diferente. No que haya otro, sino que hay
algunos que os perturban y quieren pervertir el evangelio de Cristo. Mas si aun
nosotros, o un ángel del cielo, os anunciare otro evangelio diferente del que
os hemos anunciado, sea anatema”.
Cuando se predica ‘otro’ evangelio,
las personas se convierten a otro ‘Cristo’, a otro dios. El pecado es diluido; el arrepentimiento
es reinterpretado; el perdón y la justificación son parcialmente necesarios. Lo
que tenemos como fruto es la introducción de seudo creyentes en las iglesias,
gente que se consideran salvos sin estarlo.
Nuestra misión es contender ardientemente por la fe, por la verdad de
Dios y por el evangelio (Judas 1:3-4).
En la actualidad, una de las áreas que recibe la mayor cantidad de
ataques del maligno es la relativa a la familia. La revolución moral de la que
estamos siendo testigos ha traído al tapete temas de los que da vergüenza tener
que hablar. El tema gay está de moda. Los famosos salen del closet. Se está
abogando por la eliminación de ciertas palabras del vocabulario. Como ahora hay
uniones de personas del mismo sexo y no se quiere ofenderles, se propone que no
se usen los términos papá y mamá. Ya hay niños que no saben a qué género
pertenecen. ¿Qué les han hecho creer? Que
una cosa es el sexo con el que uno nace y otra el género al que uno quiere
pertenecer, como si fuera algo de elección personal.
Me gustó mucho un artículo que leí esta semana sobre este tema. El autor
decía: considera el caso de un hombre blanco de Finlandia que de repente decide
identificarse como de ascendencia africana de la región sur del Sahara. El
individuo se somete a procedimientos que oscurecen su piel y que dan forma a su
cráneo para parecer africano. ¿Sería realmente esa persona de ascendencia
africana? Obviamente no. Su apariencia podría ser muy similar, pero su
ascendencia sigue siendo finlandesa.
O imaginen el caso de un hombre de 70 años, dice el autor, que de la
nada comienza a identificarse como un joven de 16. ¿Sería intolerancia y
prejuicio que le digamos con todo el respeto que realmente no tiene 16 años y
que el identificarse a sí mismo de esa manera no cambia en nada su edad. A lo
mejor lo hace porque desea hacer cosas que hace un joven de 16, pero eso no le
hace un joven de 16. Y si persiste en su afirmación, ¿no sería lo correcto que
fuera examinado a ver cuál es el problema?
No importa cuánto nos diga una persona que padece de anorexia que está
gorda; si realmente está delgada, está delgada. La creencia de la persona está
equivocada. Las cosas no son como dice y punto. A nadie se le ocurre ahora
tratarla como si tuviera 300
libras . Pero en lo que concierne al género, nos quieren
hacer creer que el asunto es de identificación personal y no algo determinado
por el sexo con el que nacemos. La evidencia biológica nos habla de manera
inequívoca. SON VIENTOS DE FALSAS CREENCIAS Y DOCTRINAS. Las ideas tienen consecuencias, y el mundo sólo está viendo la punta
del iceberg en cuanto al tsunami de consecuencias que la humanidad vivirá por
los errores abrazados.
Muy bien lo expresó Chesterton: “Las falacias no dejan de ser falacias
porque se pongan de moda”. El mundo entero puede intentar redefinir el
matrimonio que Dios inventó, pero Dios dijo lo que dijo y siempre será así. Los
hombres vienen y van, pero la Palabra de Dios permanece para siempre.


