"...las aflicciones del tiempo presente no son
comparables con la gloria venidera que en nosotros ha de manifestarse" Rom. 8:18
Cuando Viktor
Frankl fue llevado como prisionero al campo de concentración de Auschwitz,
había estado escribiendo un libro acerca de "el sentido de la vida".
Pero le despojaron de sus ropas y se las llevaron, incluido el manuscrito que
había escondido en el forro del abrigo, lo que le hizo cuestionarse si de
verdad la vida tenía sentido. Poco después sucedió algo: los nazis le dieron
los harapos de un preso que había sido mandado a las cámaras de gas y Frankl
encontró en el bolsillo un papel que contenía una oración judía (Deuteronomio
6:4-5): "Oye, Israel: El Señor, nuestro Dios, el Señor uno es. Amarás al
Señor tu Dios, de todo tu corazón, de toda tu alma y con todas tus
fuerzas". '¿Cómo interpretar tal casualidad?' se preguntó. 'La única
manera es vivir mis pensamientos, en lugar de simplemente plasmarlos en papel'.
Posteriormente
escribió: "Nada en este mundo te
ayuda más a sobrevivir que el saber que tu vida tiene un propósito. Quien
tiene una razón para vivir puede soportar cualquier adversidad. Charles Dickens
era cojo; también Handel; Homero era ciego; Platón era jorobado; Sir Walter
Scott era paralítico. Y Pablo pasó casi todo su ministerio (excepto siete años)
en la cárcel. ¿Qué les infundió a estas personas el valor para superar todas
esas circunstancias? ¡El propósito! Cada uno de ellos tenía un anhelo y vivía
impulsado por un fuego interior que no podía ser extinguido. Su razón de ser
era mayor que cualquier circunstancia adversa. ¿Y la tuya?
BOB Y DEBBIE GASS - (Devocional "LA PALABRA PARA
HOY")