"Permite que alcancen la perfección en la
unidad" Juan 17:23
La última oración que
hizo Jesús antes de ser crucificado fue pedir que alcanzáramos la unidad.
¡Tarea complicada! Somos muy diversos y nos diferenciamos en lo denominacional,
doctrinal, político, emocional, intelectual, social y material; a menudo
llegamos a enemistarnos y separarnos por alguna de esas diferencias. ¿Cómo,
pues, puede haber respuesta a la oración de Cristo de que se una Su pueblo?
Podemos empezar reconociendo que es la voluntad de Dios que tengamos unidad y
comprometiéndonos a lograrla. Después, podemos aprender de lo que Pablo enseña
a la iglesia dividida de Roma sobre los principios de la unidad:
1) La unidad implica no juzgarnos los unos a los otros. "¿Quién eres tú
para juzgar al siervo de otro? Que se mantenga en pie, o que caiga, es asunto
de su propio señor" (Efesios 4:3 CST). Solamente Dios tiene la potestad de
emitir veredictos. Incluso cuando tengas razón o seas el más entendido en el
tema seguirás sin tener derecho a juzgar. Tu tarea consiste en "mantener
la unidad del Espíritu" (Efesios 4:3). Presenta el asunto a Dios y luego
confía en Su sabiduría.
2) La unidad demanda que respetemos las convicciones de los
demás.
"Cada uno esté plenamente convencido de lo que piensa" (Romanos
14:5). Pablo se refiere a las convicciones personales, no a las opiniones que
imponen los demás. El querer hacer a alguien a nuestra imagen es una forma de
orgullo e idolatría y acaba radicalmente con la unidad. Dios tiene derecho a
educar a Sus propios hijos sin que tú interfieras. Los moldeará y guiará adonde
y como Él quiera, porque conoce sus necesidades y sus aptitudes. Por lo tanto,
deja que el Señor haga Su labor y tú haz la tuya amando y respetando a los
demás.
BOB Y DEBBIE GASS - (Devocional "LA PALABRA PARA
HOY")


