TÁCTICA Y ESTRATEGIA
Por Faustino de Jesús Zamora Vargas
“Por la fe cayeron los muros de
Jericó, después de ser rodeados por siete días.” Hebreos 11:30
“Después que Josué había hablado al
pueblo, los siete sacerdotes que llevaban las siete trompetas de cuerno de
carnero delante del SEÑOR, se adelantaron y tocaron las trompetas. Y el arca
del pacto del SEÑOR los seguía.” Josué
6:8
Los métodos de Dios para lograr sus propósitos son infalibles. No intentes
comprender sus estrategias porque será imposible. ¿Sus tácticas? Ni lo
imagines. Estrategia es el arte de dirigir la acción, la táctica el arte de
ejecutarla. Es que Dios es insólito en
su proceder porque es soberano. Cuando un pueblo temeroso de Dios decide
sujetarse a su voluntad, cualquier acción a su favor adquiere sentido. Por el
contrario, el pueblo que intencionalmente decide la corrupción y el desenfreno
como estilo de vida y le da las espaldas, no puede esperar nada bueno. Este era
el caso de la Jericó que conquistaría Josué, la llamada ciudad de la luna y
también ciudad de las palmeras (Dt. 34:3). La Jericó por donde caminó Jesús
siglos más tarde, cercana al Jordán donde también sería bautizado y no muy
lejos del lugar desértico donde venció las tentaciones, la ciudad donde Zaqueo
“nació de nuevo”.
Los habitantes y guerreros de Jericó no podían sospechar que el muro
caería con el sonar de un instrumento de alabanza como la corneta de cuero
(Shofar) y el grito unánime de las huestes de Dios (Josué 6:20). Se repite una
estrategia semejante a la usada para el paso del Jordán. Los sacerdotes a la
vanguardia y el Arca de Dios infundiendo confianza delante del ejército del
Señor. Si Dios va delante, no debemos
dudar de la victoria. Entonces, ¿qué diremos a esto? Si Dios está por
nosotros, ¿quién estará contra nosotros?
Sin embargo vendría el juicio al desacato y a la depravación de una
ciudad entregada a la violencia y el desorden. La desobediencia es un acto de
rebeldía contra Dios. Sólo Rahab y su familia, la ramera que ocultó en su hogar
a los espías de Josué, se salvarían de la justicia de Dios. Jericó cayó porque
Josué obedeció al pie de la letra las instrucciones de Dios. Siguió Su
estrategia y se sujetó a Su táctica divina. Pero quedó vivo un remanente; una
mujer que llegaría a ser honrada porque muchos años más tarde estaría en la
genealogía del Jesús-hombre, el Mesías.
La historia se repite una y otra vez. El pecado tiene consecuencias
nefastas. Dios no se cansa de tocar a la puerta y llama. Llama para ofrecernos
el cielo como un regalo, llama para salvar del fuego y la condenación eterna,
llama para entrar a nuestra vida ofreciéndonos el banquete de su presencia… pero
pocos escuchan su voz y abren la puerta (Ap. 3:20). El hombre sin Cristo, se
jacta de vivir en su Jericó de iniquidad, de vicios e ignorancia. Por eso
Cristo erigió Su iglesia; para ser instrumento de salvación y trabajar donde él
está obrando para sanar el corazón enfermo de un mundo caído que pasa por alto
la justicia y el amor de Dios.
Si vives (estudias, trabajas) en algún sitio parecido a Jericó,
¡aléjate! Dios perdona al que se arrepiente y desborda sus ríos de
misericordias. Su estrategia siempre ha
sido buscarte, a pesar de tu resistencia; el mejor ingrediente de Su táctica es
su increíble amor. Observa, medita y alaba al Señor. ¡Iglesia! ¡Toca el
Shofar –la trompeta– que él ha puesto en tus manos y verás la gloria de Dios
cuando caigan los muros que intentan contener el indetenible avance del Reino
de Dios!
¡Dios bendiga su Palabra! Lectura
sugerida: Josué 6