"Y no pudo hacer allí ningún milagro... Y estaba
asombrado de la incredulidad de ellos". Marcos 6:5-6
Dios responde a la
oración de acuerdo a la medida de fe que tengamos. "Conforme a vuestra fe
o sea hecho" (Mateo 9:29). Aun así, hay veces que a pesar de nuestras
dudas y razonamientos humanos, Él nos responde. Los creyentes que oraban para
que Pedro fuera liberado de la prisión se sorprendieron cuando éste se les
apareció en la puerta de casa (Hechos 12). Cuando Jesús volvió a Su ciudad
natal y comenzó a enseñar en la sinagoga, la gente se sorprendía de Su
sabiduría, porque carecía de estudios y para ellos no era más que "el
carpintero" (Marcos 6:3). ¿Y cuál fue la consecuencia? "No pudo hacer
allí ningún milagro, salvo que sanó a unos pocos enfermos poniendo sobre ellos
las manos. Y estaba asombrado de la incredulidad de ellos" (Marcos 6:5-6).
Una pregunta: ¿Cuántas
veces tu incredulidad deja a Dios atado de manos? La verdad es que:
a) a veces nuestra fe
es tan débil que de entrada no esperamos que Dios responda;
b) no logramos orar con
convicción;
c) no nos preparamos
para lo que Él quiere hacer por nosotros.
No puedes pedirle a
Dios que te perdone y luego seguir viviendo bajo la condenación de los pecados
que Él ya perdonó con Su sangre. Ni tampoco orar por tu situación económica y
luego angustiarte por cómo va a suplir Él tus necesidades. Puedes elegir vivir
por sentimientos o de modo que refleje una confianza total en Dios. La Biblia
afirma que "sin fe es imposible agradar a Dios, porque es necesario que el
que se acerca a Dios crea que Él recompensa a los que Lo buscan" (Hebreos
11:6). Por ello, debes ejercitar la fe.
BOB Y DEBBIE GASS - (Devocional "LA PALABRA PARA
HOY"


