REGALA AMOR
Por Diego Jora
“Y he aquí un intérprete de la ley
se levantó y dijo, para probarle: Maestro, ¿haciendo qué cosa heredaré la vida
eterna? Él le dijo: ¿Qué está escrito en la ley? ¿Cómo lees? Aquél,
respondiendo, dijo: Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu
alma, y con todas tus fuerzas, y con toda tu mente; y a tu prójimo como a ti
mismo. Y le dijo: Bien has respondido; haz esto, y vivirás.” Lucas 10:25-28
(RVR 1960)
Un mensaje claro y sin confusión.
Amar a Dios sobre todas las cosas y con todo nuestro ser, es nuestro
primer mandamiento. Pero el Señor nos habla de alguien más al que debemos amar,
y si Dios nos manda hacerlo, es porque para Él es muy importante. ¿Sabes
de quién se trata? De tus padres, hijos, hermanos, amigos que conviven contigo,
de aquel que te encuentras pidiéndote algo cuando vas por las calles y te
extiende su necesidad. Estoy seguro que El Rey bien puede con su grande y
poderosa diestra darle a ese ser más de lo que nosotros le podemos dar pero el
anhelo de su corazón es ver realmente realizado su amor en ti, en mí, en todos
aquellos que hemos sido beneficiarios de ese amor.
Cuando Él nos manda a amar al
prójimo como a nosotros mismos, es porque Él quiere dar su amor a través
nosotros. “Jesús
dijo: Un hombre descendía de Jerusalén a Jericó y cayó en manos de ladrones,
los cuales le despojaron; e hiriéndole, se fueron dejándole medio muerto.” Lucas 10: 30 (RVR 1960)
Esa es la condición en la que el Señor un día nos encontró, hemos venido
a Él heridos, hambrientos, muertos espiritualmente por todos los pecados y la
inmundicia que teníamos, así estábamos; sin embargo Él no pasó de largo, como
aquel sacerdote y levita que
descendían por aquel camino y al verlo
no se detuvieron a ayudarlo. El fue ese samaritano que iba de camino, se acercó
a él, y viéndole fue movido por misericordia, y acercándose vendó sus heridas
echándoles aceite y vino y poniéndole en su cabalgadura, lo llevó al mesón y
cuido de él. Lucas
10:31-34 (RVR 1960)
Esto nos enseña el Señor, que nosotros también debiéramos hacer lo
mismo. Nada nos cuesta a nosotros compartir las buenas nuevas de Jesús, llevar
una palabra de aliento, dar un abrazo, conceder a otros el favor que con apuro
y prisa nos piden. Solo requiere de
nosotros abrir nuestra boca y ponernos en manos del Espíritu Santo para que nos
use como un instrumento suyo.
¿Ya sabes que regalar en estas fiestas de fin de año? Estoy seguro que
encontrarás muchas personas heridas en el camino que aun no conocen a Jesús, ni
disfrutan de sus bendiciones como tú.
Tu familia, amigos, compañeros de
trabajo y otros seres queridos pueden ser esas personas que necesitan conocer a
Dios. Aprovecha cada oportunidad que tengas,
para compartir y mostrar el amor de Dios. ¡En estas fiestas comparte a Jesús!
(Este artículo fue producido por Radio Cristiana CVCLAVOZ)


