En el Antiguo
Testamento, no se suponía que David debiese entrar en el Lugar Santísimo del
templo, pero lo hizo, y su experiencia se tradujo en un poderoso salmo que el
pueblo de Dios recita hasta este día: “El
que habita al abrigo del Altísimo morará bajo la sombra del Omnipotente.”
(Salmo 91:1).
Aunque David fue donde
se suponía que no tenía que ir, esto le llevó a reflexionar sobre la
sorprendente revelación de la presencia de Dios en la tierra. Mi punto es que:
Muchos santos en la Biblia y la historia han sorteado dificultades simplemente
por la fe, avanzando en el calendario de Dios por su clamor apasionado hacia
Él.
Una de ellas fue una
persona que no era de Israel, quien buscó a Jesús para que sanara a su hija
afligida. “Y he aquí una mujer cananea… clamaba, diciéndole: ¡Señor, Hijo de
David, ten misericordia de mí! Mi hija es gravemente atormentada por un
demonio.” (Mateo 15:22). Esta mujer se había acercado a Jesús con una gran
necesidad, su hija estaba siendo atormentada por un espíritu demoníaco. Sin
embargo, Cristo no fue conmovido a actuar: “Pero Jesús no le respondió palabra.
Entonces acercándose sus discípulos, le rogaron, diciendo: Despídela, pues da
voces tras nosotros.” (15:23).
Pero la mujer se quedó
y siguió molestándolos, presionando con su petición, negándose a irse. Si estás
familiarizado con las Escrituras, ya sabes que Jesús dijo varias parábolas que
alaban este tipo de persistencia: “Sigue
llamando, sigue buscando, sigue pidiendo. Dios recompensará tu fe”.
Hubiese sido fácil para
esta mujer a renunciar, pero ella persistía, y, finalmente, Jesús le dijo: “No
está bien tomar el pan de los hijos, y echarlo a los perrillos” (15:26),
refiriéndose a la prioridad de Israel sobre los gentiles. Me parece increíble
su respuesta: “Sí, Señor; pero aun los perrillos comen de las migajas que caen
de la mesa de sus amos.” (15:27). Ella estaba diciendo: “Jesús, si estamos
hablando acerca del poder del cielo, entonces, incluso un pedazo es
suficiente.”
Ella tenía razón: Las
migajas que caen de la mesa de Dios son suficientes para satisfacer cualquier
necesidad en esta tierra. Y ella tenía fe en que incluso la medida más pequeña
liberaría a su hija por completo. ¡Amigo, esa es verdadera fe! Esta mujer no
pidió tímidamente. Ella pidió creyendo en la bondad de Dios, sabiendo que
incluso el trozo más pequeño de Su gloria era suficiente para llevar a cabo una
liberación milagrosa.
GARY WILKERSON
- (DEVOCIONAL DIARIO “ORACIONES”)


