“Así como el Hijo del hombre no vino para que le sirvan,
sino para servir y para dar su vida en rescate por muchos.” Mateo 20:28
El Hijo del Hombre
vino. Una diligencia extraña y única así como la persona bendita que la
realizó. De manera que para venir él se rebajó del trono más alto en gloria
hasta el pesebre en Belén y lo hizo de manera voluntaria. Para nosotros es como
si nos hubieran lanzado a un escenario de acción, no es por nuestra voluntad
que hemos venido a vivir en esta tierra. Pero Jesús no tenía necesidad de nacer
de la virgen. Fue su propio consentimiento, su elección, su fuerte deseo, lo
que lo hizo asumir nuestra naturaleza, de la simiente de Abraham. Él vino voluntariamente en una misión de
misericordia para con los hijos de los hombres.
Piensa en esto durante
un momento y deja que penetre en tu mente: aquel que era Rey de Reyes y Señor
de Señores, el Dios Poderoso, el Padre Eterno, el Príncipe de Paz, voluntaria y
alegremente descendió a morar entre los hijos de los hombres, compartir sus
penas, llevar sus pecados y darse a sí mismo en sacrificio por ellos, la
víctima inocente de la intolerable culpa de los hombres.
(A través de la Biblia
en un año: Habacuc 1-3)
CHARLES SPURGEON - (Devocional “A los Pies del Maestro”)


