CRISTO, LA NAVIDAD
Por Faustino de Jesús Zamora Vargas
“Porque en esperanza hemos sido
salvados, pero la esperanza que se ve no es esperanza, pues, ¿por qué esperar lo que uno ve?” Romanos 8:24
¡Ay del que contiende con su Hacedor! Isaías 45:9
La vida cristiana es una experiencia relacional, más que simplemente una
jornada espiritual. Jesús es el motivo de relación, el centro de reflexión, el
resorte para alcanzar el punto de viraje hacia una vida de paz, gozo y
bendición. Cada día es una suerte de cascada de gracia para el que ama a Dios y
aprecia el significado de la cruz en la muerte y resurrección de su Hijo
Jesucristo. El Dios anunciado desde la eternidad; el Emanuel de profecía, el
Rabí para los religiosos que negaron su mesianismo, Jesús completamente Dios;
Mesías y Rey para la cristiandad.
Hay una escalada contra la paz por estos días, árboles de Navidad que no
alumbrarán para evitar disgustos, ojos que no verán el fugaz destello de la
gloria de Dios en la sonrisa de un niño que espera con ansias la visita de
Noel. Otros que se irán del mundo sin conocerlo. ¿Cómo celebrar a Jesús con tanta ira repartida por el mundo?
El único propósito del nacimiento de Jesús, amén de fechas y estaciones
del año, fue el de hacerse conocer. Dios presentaba a su Hijo a un mundo
impresentable por el pecado. El amor de Dios rompía los moldes de la razón
engendrando divinamente a Emanuel en el vientre de una virgen virtuosa y Jesús
entraría propiciamente al escenario de la historia para ofrecer al pobre, alivio
de su dolor, visión a sus ojos ciegos, pan y vino al menesteroso y perdón sin
límite, sin condición, sin geografía.
Viene otra Navidad y con ella la esperanza, porque siempre habrá
esperanza. Reconciliaciones de amores
humanos, bendiciones para los que abrazan la fe. Dios quiere abrazar al
perdido y llevarlo a la contemplación del pesebre de Belén, quiere de vuelta tu
corazón, el mío, el de todos nosotros. Está juntando la leña para prender su
fuego de amor y juntarnos a su lado en esta Navidad: a pesar de las contiendas,
a pesar de la indiferencia, a pesar del desamor. La estrella de Belén
continuará alumbrando, guiando, llevándonos al abrevadero de la esperanza donde
Cristo sigue extendiendo sus amorosos brazos para alcanzarnos y seguirnos
amando. ¡No lo dudes! ¡Cristo es la
Navidad!
¡Dios bendiga su palabra!


