“Alégrense en la esperanza, muestren paciencia en el
sufrimiento, perseveren en la oración.” Romanos 12:12
Establecer tiempos para
dedicarse a la oración es el privilegio y el deber de cada cristiano. No creo
que un hombre pueda mantener la vitalidad de la santidad si no se retira a orar
con regularidad, por lo menos cada mañana y cada noche. Daniel oraba tres veces
al día, y David dice: «Siete veces al día te alabo» (Salmo 119:164). Es bueno
para tu corazón, bueno para tu mente, bueno para tu constancia moral, que
dediques ciertos espacios de tiempo y digas: «Estos le pertenecen a Dios. Haré negocios con Dios en este y este otro
tiempo y trataré de ser tan puntual con él como lo sería si me fuera a reunir
con un amigo íntimo».
Cuando Sir Thomas Abney
era el Señor Alcalde en Londres, los banquetes lo perturbaban un poco, porque a
esa hora Sir Thomas siempre tenía un tiempo de oración con su familia. Lo
difícil era cómo retirarse del banquete para mantener las meditaciones
familiares, pero eso era tan importante para él que dejaba su puesto en el
banquete y se retiraba, diciéndole a cualquier persona que estuviera cerca que
debía ausentarse pues tenía una cita especial con un querido amigo y no podía
faltar. Y entonces se iba, pero luego regresaba a su puesto, y excedía a todos
en sabiduría, y era el mejor de todos por cumplir con su cita con Dios.
(A través de la Biblia
en un año: Ezequiel 13-16)
CHARLES SPURGEON - (Devocional “A los Pies del Maestro”)


