Cuando se trata de los
recursos del cielo, el profeta Zacarías habla una poderosa y aún misteriosa
palabra: “En aquel día el Señor
defenderá al pueblo de Jerusalén. ¡El más débil entre ellos será tan poderoso
como el rey David! ¡Y los descendientes reales serán como Dios mismo, como el
ángel del Señor que va delante de ellos!” (Zacarías 12:8, NTV).
Zacarías estaba mirando
la historia futura de nuestros días. Debido a la obra de Cristo por nosotros,
incluso el cristiano más débil será tan fuerte como David, el rey más grande
que tuvo Israel, y el creyente más fuerte va a “ser como Dios”, es decir, como
Cristo. Todo esto suena disparatado, sin embargo en esta profecía Dios nos da
una imagen de los recursos que Él ha puesto a disposición de Su Iglesia. Las
reservas del banco del cielo tienen el propósito de ser derramadas en nosotros
para Su gloria, especialmente en nuestras pruebas.
Gran parte de la
Iglesia aún tiene que comprender esto. Cuando algunos cristianos vienen a la
ventana del cajero, se quedan mudos. El Espíritu Santo les pregunta: “¿Qué
puedo hacer por ti?”, pero no saben pedir de las riquezas que están disponibles
para ellos, y en lugar de eso contestan: “Señor, dame lo que quieras, no tengo
ambiciones, Tú eres soberano, puedes hacer lo que quieras”.
Eso puede sonar
humilde, incluso piadoso, pero la Escritura sugiere que esta actitud en
realidad frustra al Espíritu Santo, quien responde: “¿Quieres decir que no hay
nada en tu corazón? ¿No ves obrar al
enemigo haciendo estragos en las vidas de aquellos que amas? ¿No ves que tus
seres queridos que viven en temor y esclavitud serían libres si conocieran Mi
poder liberador? Mira a tu alrededor. ¡Hay reinos que conquistar, enemigos que
matar y demonios que echar fuera!”
Pablo nos dice que
debemos “procurar los dones espirituales”. Eso significa que cuando llegamos a
la ventana del cajero, nuestra petición debe ser: “Señor, tengo el don de fe,
¿Podrías también darme el don de evangelización, para traer a otros a la fe?”.
O, “Señor, Tú me has dado el don de profecía, por favor dame hoy una palabra
para mi hermana que está soportando un gran dolor y no tiene esperanza”.
Una de las mayores
lecciones que mi padre, David Wilkerson, me enseñó fue: “Puedes tener tanto de
Jesús como quieras”. Mi mensaje, a su vez, es decirte: ¡Anda a la ventana del
cajero y pide abundantemente!
GARY WILKERSON
- (DEVOCIONAL DIARIO “ORACIONES”)


