"Mejor son dos que uno..." Eclesiastés 4:9
Toma la iniciativa; no
esperes a que te presenten. Saluda a alguien y pregúntale el nombre. Si eres
tímido por naturaleza, te costará dar el primer paso. Pero lo más probable es
que la otra persona se sienta igual y cuando empieces a hablar te darás cuenta
de que tenéis cosas en común. Arriésgate. Si te agrada alguien, profundiza un
poco y menciona una pequeña lucha, decepción o algún temor que tienes. A eso se
le llama "riesgo manejable" y te permite valorar cómo va a reaccionar
la otra persona. Si reacciona con empatía y se identifica con lo que estás
diciendo es una buena señal. Si se cierra, trata de darte soluciones o te
responde de manera crítica tal vez debas alejarte. Invita a la persona a tu círculo
y si funciona, intercambia números de teléfono e invítala a tomar un café o a
comer. Luego organiza un a segunda reunión más larga; de esa manera sabrás si
es una amistad que vale la pena proseguir.
Frecuenta lugares donde
se encuentra la gente. Hay muchos sitios donde puedes hacer amistades: la
iglesia, el gimnasio, el colegio, los deportes de equipo, un servicio de
voluntariado. Tienes que estar dispuesto a salir un poco de lo que te resulta
familiar e intentar nuevas situaciones. Recuerda
que Dios usa todo tipo de amistades para cumplir sus propósitos. Un
predicador prominente comentó: "Hay amigos que fueron clave en mi
progreso, aunque nunca me afirmaron ni me aceptaron. Esos son los llamados
"Judas" y existen en la vida de todo hijo de Dios. Los que más dolor
te causan. Te hieren y te traicionan, pero por medio de su traición la voluntad
de Dios se cumple en tu vida". Pídele a Dios un amigo, ¡pero luego vete y
hazte su amigo!
BOB Y DEBBIE GASS - (Devocional "LA PALABRA PARA
HOY")


