CÓMO DISTINGUIR EL ESPÍRITU SANTO
DE
LA SERPIENTE
Por Sinclair Ferguson
¿Cómo distinguimos los susurros del Espíritu de gracia en Su guía y
gobierno de nuestras vidas a partir de los delirios del espíritu del mundo y de
nuestro propio corazón pecaminoso? Esta es una pregunta muy importante si vamos
a estar tranquilos y confiados en que el espíritu con el que estamos comulgando
realmente es el Espíritu Santo.
John Owen sugiere cuatro maneras en que el Espíritu y la serpiente se
distinguen:
1. La dirección del Espíritu, dice,
es regular, es
decir, de acuerdo con el regulum: el
gobierno de la Escritura. El Espíritu no funciona en nosotros para darnos una
nueva regla de vida, sino para ayudarnos a comprender y aplicar la norma
contenida en la Escritura. Por lo tanto, la cuestión fundamental de preguntar
acerca de cualquier orientación será: ¿Es este curso de acción consistente con
la Palabra de Dios?
2. Los mandamientos del Espíritu no
son gravosos. Ellos
están en armonía con la Palabra, y la Palabra está en armonía con el creyente
como nueva creación. El creyente cristiano sometido conscientemente a la
Palabra encontrará placer en la obediencia a la Palabra, incluso si el camino
del Señor para nosotros está marcado por la lucha, el dolor y la tristeza. El
yugo de Cristo encaja bien; Su carga no aplasta el espíritu. (Mateo 11: 28-30).
3. Los “movimientos” del Espíritu
son ordenados. Así
como el pacto de Dios es ordenado en todas las cosas y es seguro, (2 Samuel 23:5) por lo que el regalo
prometido de ese pacto, el Espíritu que mora en nosotros, es ordenado en la
forma en que Él se ocupa de nosotros. La inquietud no es una señal de comunión
con el Espíritu, sino de la actividad del maligno. Quizás Owen tenía a miembros
en particular de sus congregaciones en mente cuando escribió:
“Vemos algunas pobres almas estando en tal servidumbre mientras se
apresuran levantarse y caer, respecto a los deberes en el placer de Satanás.
Deben huir de uno a otro, y comúnmente descuidando lo que ellos deben hacer.
Cuando están en oración, entonces deberían estar en la obra de su vocación; y cuando están en su
vocación, están tentados a no dejar todo a un lado y correr a la oración. Los
creyentes saben que esto no es del Espíritu de Dios, que hace “todo bello a su
tiempo.”
4. Los “movimientos” o susurros del Espíritu, dice Owen, siempre tienden a
glorificar a Dios de acuerdo a Su Palabra. Él trae la enseñanza de Jesús a
nuestra memoria; Él glorifica al Salvador; Él derrama en nuestros corazones un
profundo sentido del amor de Dios por nosotros.
¿Cómo, entonces, ¿el Espíritu actúa en el creyente? El Espíritu viene a nosotros como un depósito, un compromiso, un pago
inicial de la redención final. Él está aquí y ahora el anticipa la gloria
futura. Pero su presencia es también una indicación de lo incompleto de nuestra
presente experiencia espiritual.
Owen aquí escribe en contraste agudo a los que hablaban de la liberación
de la influencia del pecado que mora y la lucha mediante la libertad del
Espíritu. Precisamente porque Él es el primer fruto y no aún la cosecha final,
hay un sentido en el que la vida en el Espíritu es la causa de los gemidos del
creyente: “…nosotros mismos, que tenemos las primicias del Espíritu, aun
nosotros mismos gemimos en nuestro interior, aguardando ansiosamente la
adopción como hijos, la redención de nuestro cuerpo.” (Romanos 8:23) La presencia del Espíritu nos lleva ya a un anticipo
de la gloria futura, pero también, al mismo tiempo, crea en nosotros un
sentimiento de lo incompleto de nuestra presente experiencia espiritual. Esto,
para Owen, es la forma en que la comunión con el Espíritu –entendido
bíblicamente – trae gozo a la vida del creyente y sin embargo, un sentido
profundo de que la plenitud del gozo sin embargo no lo es aún.
(Este extracto se toma de “The Trinitarian Devotion” of John Owen por
Sinclair Ferguson)


