viernes, 17 de octubre de 2014

¿QUÉ ES UN CRISTIANO BÍBLICO? 17 octubre

¿QUÉ ES UN CRISTIANO BÍBLICO?


Por Albert N. Martin


Hay muchos asuntos respecto a los cuales la ignorancia total y la indiferencia completa no son trágicas ni fatales. Estoy seguro de que hay pocos de nosotros que pueden explicar todos los procesos por los que una vaca color café come hierba verde y produce leche blanca -¡pero aún así podemos disfrutar de la leche!- Muchos de nosotros ignoramos completamente la teoría de relatividad de Einstein, y si se nos pide que la expliquemos estaríamos realmente en dificultades. Pero no sólo ignoramos la teoría de Einstein, sino que también la mayoría de nosotros somos bastante indiferentes a ella, y sin embargo nuestra ignorancia e indiferencia no son trágicas ni fatales.

No obstante, hay otros asuntos respecto a los cuales la ignorancia y la indiferencia son tanto trágicas como fatales. Uno de ellos es la respuesta a la pregunta: “¿Qué es un cristiano bíblico?” En otras palabras, ¿cuándo tiene un hombre o una mujer el derecho, según las Escrituras, de llamarse “cristiano”? Uno no puede asumir ligeramente que él o ella es un verdadero cristiano. Una conclusión falsa sobre esto es trágica y fatal. Es por esto que quiero presentarles cuatro aspectos de la respuesta que la Biblia ofrece a la pregunta: “¿Qué es un cristiano bíblico?”


1) De acuerdo a la Biblia, un cristiano es una persona que ha enfrentado auténticamente el problema de su propio pecado. Una de las muchas cosas que distingue la fe cristiana de las otras religiones del mundo es que el cristianismo es esencial y fundamentalmente una religión de pecadores. Cuando el ángel le anunció a José el nacimiento venidero de Jesucristo, lo hizo con las siguientes palabras: “Y dará a luz un hijo, y llamarás su nombre Jesús, porque él salvará a su pueblo de sus pecados” (Mateo 1:21). El apóstol Pablo escribió en 1Timoteo 1:15: “Palabra fiel y digna de ser recibida por todos: que Cristo Jesús vino al mundo para salvar a los pecadores, de los cuales yo soy el primero.” El Señor Jesucristo mismo dijo en Lucas 5:31-32: “Los que están sanos no tienen necesidad de médico, sino los enfermos. No he venido a llamar a los justos, sino a pecadores al arrepentimiento.” Un cristiano es uno que ha enfrentado auténticamente el problema de su propio pecado.

Cuando nos dirigimos a las Escrituras, hallamos que cada uno de nosotros tiene un problema personal doble con respecto al pecado. Por un lado, tenemos el problema de un expediente o archivo malo; y por el otro, el problema de un corazón malo. Si comenzamos en Génesis 3 con el trágico relato de la rebelión del hombre contra Dios y su caída, y luego rastreamos la doctrina bíblica del pecado hasta el libro de Apocalipsis, veremos que no es una simplificación excesiva decir que todo lo que la Biblia enseña acerca de la doctrina del pecado se puede reducir a estas dos categorías fundamentales -el problema de un expediente malo y el problema de un corazón malo-.

¿A qué me refiero con “el problema de un expediente o archivo malo”? Estoy utilizando esta terminología para describir lo que las Escrituras nos presentan como la doctrina de la culpa humana debida al pecado. Las Escrituras nos dicen con claridad que obtuvimos un expediente malo mucho antes que nosotros existiéramos en la tierra: “Por tanto, como el pecado entró en el mundo por un hombre, y por el pecado la muerte, así la muerte pasó a todos los hombres, por cuanto todos pecaron” (Romanos 5:12).

¿Cuándo pecaron “todos”? Todos nosotros pecamos en Adán. El fue señalado por Dios para representar a toda la raza humana. Cuando él pecó, nosotros pecamos en él y caímos con él en su primera transgresión. Es por esto que el apóstol Pablo escribe en 1Corintios 15:22: “Porque así como en Adán todos mueren, también en Cristo todos serán vivificados.” El hombre fue creado sin pecado en el huerto de Edén; pero desde el momento en que Adán pecó, nosotros también fuimos acusados con culpa. Caímos en él en su primera transgresión y somos parte de una raza que se encuentra bajo condenación.



Más aún, las Escrituras enseñan que después que nacemos nuestras transgresiones personales acarrean culpa adicional. La Palabra de Dios enseña que “ciertamente no hay hombre justo en la tierra, que haga el bien y nunca peque” (Eclesiastés 7:20); cada pecado cometido incurre en culpa adicional. Nuestro expediente en los cielos está echado a perder. El Dios Todopoderoso juzga la totalidad de nuestra experiencia humana por un criterio que es absolutamente inflexible. Este criterio toca no sólo nuestras obras externas, sino también nuestros pensamientos y las inclinaciones de nuestro corazón, de tal manera que el Señor Jesús dijo que el albergar ira injusta es la esencia misma del asesinato, y la mirada con intención lujuriosa es adulterio (Mateo 5: 22,28).

Dios está guardando un expediente detallado. Ese expediente se encuentra entre “los libros” que serán abiertos en el día del juicio (Apocalipsis 20:12). En esos libros están registrados todos los pensamientos, inclinaciones, intenciones, obras y aspectos de la experiencia humana que sean contrarios al criterio de la ley santa de Dios, ya sea por quedarnos cortos al mismo o por transgredirlo. Tenemos el problema de un expediente malo -según tal expediente nosotros somos culpables-. Somos en verdad culpables de pecados reales cometidos en contra del Dios vivo y verdadero. Es por esta razón que las Escrituras nos dicen que toda la raza humana es culpable delante del Dios Todopoderoso (Romanos 3:19). 

¿Alguna vez se ha convertido el problema de tu propio expediente malo en una preocupación apremiante y urgente? ¿Has enfrentado la verdad de que el Dios Todopoderoso te juzgó culpable cuando tu padre Adán pecó, y que te considera culpable de cada palabra que has hablado contraria a la santidad, justicia y pureza perfecta? El conoce todo objeto que has tocado y tomado contrario a la santidad de la propiedad. El conoce cada palabra pronunciada en contra de la verdad perfecta y absoluta. ¿Alguna vez te ha quebrantado esto, de tal manera que has reconocido el hecho de que el Dios Todopoderoso tiene todo el derecho de llamarte a su presencia y requerir que le des cuenta de cada acción contraria a su ley que ha traído culpa a tu alma?

Pero el problema de un expediente malo no es nuestro único problema. Tenemos un problema adicional -el problema de un corazón malo-. La Biblia enseña que el problema de nuestro pecado surge no solamente de lo que hemos hecho, sino también de lo que somos. Cuando Adán pecó, él no sólo se hizo culpable delante de Dios, sino que también se contaminó y corrompió en su naturaleza.

Esta contaminación se describe en Jeremías 17:9: “Engañoso es el corazón más que todas las cosas, y perverso; ¿quién lo conocerá?” Jesús la describe en Marcos 7:21: “Porque de dentro, del corazón de los hombres, salen los malos pensamientos”; y luego El menciona los diversos pecados que pueden verse en cualquier periódico a diario —asesinato, adulterio, blasfemia, orgullo. Jesús dijo que estas cosas proceden de una fuente viva de corrupción, el corazón humano. Nota cuidadosamente que El no dijo: “Porque de fuera, por la presión de la sociedad y sus influencias negativas, viene el asesinato, el adulterio, el orgullo y el hurto.” Esto es lo que los llamados sociólogos expertos nos dicen. Ellos afirman que es “la condición de la sociedad” lo que produce el crimen y la rebelión; Jesús dice que es la condición del corazón humano.

Cada uno de nosotros tiene por naturaleza un corazón que las Escrituras describen como “perverso”, una fuente de todas las formas de iniquidad. Romanos 8:7 afirma: “Por cuanto los designios de la carne son enemistad contra Dios; porque no se sujetan a la ley de Dios, ni tampoco pueden.” Pablo no dice que los designios de la carne, es decir, los designios de una mente que nunca ha sido regenerada por Dios, tienen algo de enemistad; él los llama enemistad. “Los designios de la carne son enemistad contra Dios.” La disposición natural de cada corazón humano puede ilustrarse como un puño alzado contra el Dios vivo. Este es el problema interno de un corazón malo —un corazón que ama el pecado, un corazón que es la fuente del pecado, un corazón que es enemistad contra Dios.

¿Alguna vez se ha convertido el problema de tu corazón malo en una apremiante preocupación personal para ti? No estoy preguntando si crees o no en la pecaminosidad humana en teoría. Tú puedes estar de acuerdo en que hay tales cosas como una naturaleza y un corazón pecaminosos. Mi pregunta es: ¿alguna vez han venido a ser tu expediente y tu corazón malos asuntos de profunda, interna y apremiante preocupación para ti? ¿Has conocido lo que es una conciencia real, personal e interna del horror de tu culpa en la presencia de un Dios santo? ¿Has visto el carácter espantoso de un corazón que es “engañoso...más que todas las cosas, y perverso”?

Un cristiano bíblico es una persona que ha tomado en serio su problema personal del pecado. El grado en que podemos sentir el terrible peso del pecado difiere de una persona a otra. El tiempo que toma que una persona sea llevada a concientizarse de su expediente y corazón malos, varía. Hay muchas variables, pero Jesucristo, como el gran Médico, nunca ha traído su virtud sanadora sobre alguien que no reconozca a sí mismo pecador. El dijo: “No he venido a llamar a justos, sino a pecadores, al arrepentimiento (Mateo 9: 13). ¿Eres tú un cristiano bíblico —uno que ha tomado en serio su propio problema del pecado?


(Extracto del artículo "¿Qué es un Cristiano Bíblico?", de Albert N. Martin)










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