“Por lo tanto, hermanos, tomando en cuenta la misericordia de Dios, les ruego que cada uno de ustedes, en adoración espiritual, ofrezca su cuerpo como sacrificio vivo, santo y agradable a Dios.” Romanos 12:1
No todos los cristianos miran las pruebas, las aflicciones, las pérdidas, el dolor, la enfermedad y las privaciones como algo que Dios permite para su bien, y no obstante, invariablemente estas dificultades tienen como propósito el bien del creyente. Continuamente debemos procurar reconocer cuando la mano de Dios está obrando en nosotros, y creer que el Señor siempre quiere nuestro beneficio. Dios así lo afirma enfáticamente en su Palabra: “Ahora bien. Sabemos que Dios dispone todas las cosas para el bien de quienes lo aman, los que han sido llamados de acuerdo con su propósito” (Rom 8:28).
Mi especial consejo para mis compañeros creyentes en el Señor Jesús es que busquen entrar cada día en la gracia y en el amor de Dios; ese amor que lo llevó a dar a su Hijo unigénito por nosotros, y en la gracia y el amor del Señor Jesús; amor que lo llevó a tomar nuestro lugar; para que constreñidos por amor y gratitud sean guiados progresivamente a rendir al Señor su fuerza física y mental, su tiempo, dones, talentos, posesiones, posición en la vida, su rango y todo lo que son y tienen en la vida. Con esto no quiero decir que deben abandonar sus negocios, empleos o profesiones, y convertirse en predicadores, ni que deben tomar su dinero y darlo al primer mendigo que se los pida, sino que deben considerar propiedad del Señor todo lo que tienen, y verse a sí mismos no como propietarios sino como administradores, y estar dispuestos a usar parte de lo que tienen para el Señor cuando Él lo requiera. Aunque el creyente falle en este punto, esto y nada menos es lo que el Señor espera de él.
ORACIÓN. Señor Jesús, es difícil poner a tus pies todo lo que tenemos en nuestra vida. Es difícil creer que Tú estás obrando en todas nuestras circunstancias para moldear nuestras vidas y formar tu imagen en nuestro corazón. Abre mis ojos para ver lo que Tú has hecho para mí; quebranta mi corazón para que yo pueda entregártelo. Amén.
GEORGE MÜLLER - (Devocional diario “FE”)


