lunes, 15 de septiembre de 2014

Todo lo que queráis 15 septiembre




“Si permanecéis en mí, y mis palabras permanecen en vosotros, pedid todo lo que queráis y os será hecho.”  Juan 15:7


EL LUGAR de la rama en la vid es un lugar de oración incesante. Sin cesar la rama está diciendo: «Oh Vid, envía la savia que necesito para dar tu fruto.» Y sus oraciones nunca quedan por contestar: pide lo que necesita, lo que quiere, y es hecho.

La vida saludable de un creyente en Cristo es igualmente una vida de oración incesante. Consciente o inconscientemente, vive en estado de dependencia continua. La Palabra de su Señor: «No podéis hacer nada» le ha enseñado que su pedir y recibir debe ser continuo, como es sin interrupción su continuidad en la vid. La promesa de nuestro texto le da una audacia sin límites: «Pedid todo lo que queráis y os será hecho.»

La promesa se da en relación directa con el dar fruto. Si se intenta limitar la promesa a uno mismo y a las propias necesidades, se le quita el poder; se la desvirtúa, y con ello uno no puede apropiársela. Cristo estaba enviando a los discípulos, y ellos estaban dispuestos a dar su vida por el mundo; El les puso a su disposición los tesoros de los cielos. Sus oraciones habían de traer al Espíritu y el poder que necesitaban para su obra.

La promesa se da en relación directa con la venida del Espíritu. El Espíritu no se menciona en la parábola, de la misma manera que no se menciona la savia de la vid. Pero las dos se entienden a lo largo de la misma. En el capítulo que precede a la parábola, el Señor ha hablado del Espíritu Santo en relación con su vida interior, como estando en ellos y revelándose a Sí mismo en ellos (Juan 14:15-23). En el capítulo siguiente Cristo habla del Espíritu Santo en relación con su obra, que irá a ellos, redargüirá al mundo y le glorificará a El (Juan 16:7-14). Para que podamos disponer de las promesas ilimitadas de la oración, debemos ser cristianos llenos del Espíritu, y totalmente entregados a la obra y la gloria de Jesús. El Espíritu nos conducirá a la verdad de su significado y la certeza de su cumplimiento.

Tenemos que hacernos cargo de que sólo podemos cumplir con nuestra vocación de llevar mucho fruto orando mucho. En Cristo se hallan escondidos todos los tesoros que necesitan los hombres que nos rodean: en El son bendecidos todos los hijos de Dios con bendiciones espirituales; El está lleno de gracia y de verdad. Pero se necesita oración, mucha oración, oración de fe, para hacer descender estas bendiciones. Y recordemos también que no podemos apropiarnos la promesa sin una vida entregada a los hombres. Muchos tratan de apropiarse la promesa y luego miran a ver qué es lo que pueden pedir. Esta no es la manera, sino exactamente lo opuesto. Hay que tener el corazón abrumado por la necesidad de almas y la orden de salvarlas, y el poder vendrá para reclamar la promesa.

Reclamémosla como una de las revelaciones de nuestra maravillosa vida en la Vid; Cristo nos dice que si pedimos en su nombre, en virtud de nuestra unión con El, todo lo que pidamos nos será hecho. Las almas perecen porque hay poca oración. Los hijos de Dios son débiles porque hay poca oración. Llevamos poco fruto porque hay poca oración. La fe de esta promesa nos haría fuertes para orar; no descansemos hasta que hayamos entrado en nuestro propio corazón y nos hayamos unido al poder de Dios para continuar y trabajar y esforzarnos en oración hasta que venga la oración en poder. El ser una rama significa no sólo dar fruto en la Tierra, sino también poder en la oración para hacer descender bendiciones del Cielo. El permanecer plenamente significa orar mucho.

ORACIÓN. «Pedid todo lo que queráis» Oh mi Señor, ¿por qué nuestros corazones son tan poco capaces de aceptar estas palabras en su divina simplicidad? ¡Ayúdame a ver que lo que necesitamos para vencer los poderes del mundo y de Satán es nada menos que esta promesa! Enséñanos a orar en la fe de esta promesa.


ANDREW MURRAY - (Devocional diario “LA VID VERDADERA”)







TRADUCCIÓN