"...Vuestro trabajo en el Señor no es en vano" 1 Corintios 15:58
Escribe el apóstol
Pablo: "¿Acaso busco ahora la aprobación de los hombres o la de Dios?...
Si todavía agradara a los hombres, no sería siervo de Cristo" (Gálatas
1:10). El auténtico siervo de Dios se contenta con trabajar en el anonimato. Sabe que Dios recompensará públicamente
en el Cielo a personas de las que nunca hemos oído hablar: tutores de niños
con enfermedades mentales, personas que limpian cuando alguien es incontinente,
enfermeras de pacientes de SIDA; todos ellos entregaron sus vidas de mil maneras
sin que nadie lo percibiera.
Durante la Segunda Guerra
Mundial, cuando Inglaterra necesitó incrementar su producción de carbón,
Winston Churchill llamó a los capataces de los trabajadores. Les pidió que se
imaginaran el desfile de la victoria que tendría lugar en Piccadilly Circus al
finalizar la guerra. Los primeros en desfilar serían los soldados de la marina
que hicieron posibles los accesos marítimos. Luego vendrían los soldados que
volvían de Dunquerque y de derrotar a Rommel en África. A continuación estarían
los pilotos que aniquilaron a la fuerza aérea alemana. Por último, desfilaría
una multitud de mineros con ropas manchadas del sudor y la suciedad de la mina,
llevando sus típicas gorras. Alguien de la multitud gritaría: "¿Dónde
estabais vosotros en los días cruciales de la guerra?" Y de diez mil
gargantas al unísono saldría la respuesta: "Estábamos en el corazón de la
tierra con nuestras caras frente al carbón".
No todos los trabajos
son prominentes o atractivos. Pero aquellos que sirven a Dios con sus
"caras frente al carbón" desempeñan un papel fundamental a la hora de
cumplir Sus propósitos en la tierra.
BOB Y DEBBIE GASS - (Devocional "LA PALABRA PARA
HOY")


