sábado, 6 de septiembre de 2014

Otro “Consolador” 6 septiembre




“Pero les digo la verdad: les conviene que me vaya porque, si no lo hago, el Consolador no vendrá  a ustedes; en cambio, si me voy, se lo enviaré a ustedes.”  Juan 16:7


La tercera prueba de que el Espíritu Santo es una persona es que se le atribuye un oficio que sólo puede desempeñar una persona. Miremos, por ejemplo, en Juan 14:16-17: “Y yo le pediré al Padre y les dará otro Consolador para que los acompañe siempre: el Espíritu de verdad, a quien el mundo no puede aceptar porque no lo ve ni lo conoce. Pero ustedes sí lo conocen, porque vive con ustedes y estará con ustedes.”

Aquí se nos presenta al Espíritu Divino como otro Consolador que viene a tomar el lugar de nuestro Señor Jesús. Hasta este momento nuestro Señor ha sido el amigo siempre a mano para ayudar a los discípulos en cada emergencia que surgía. Pero ahora va a partir y les dice que aunque se va, otro va a tomar su lugar. ¿Puede usted, por acaso, imaginar al Señor Jesús diciendo esto, si quien va a tomar Su lugar es solo un poder o una fuerza impersonal? ¡No! ¡De ningún modo! Lo que nuestro Señor  dijo fue que Él, una Persona Divina, se iba, pero otra Persona exactamente tan Divina como Él, venía a tomar su lugar.

Sí, que mora en mi corazón todo el tiempo para tener comunión conmigo y para ayudarme en cada emergencia que pueda surgir. La palabra griega que se traduce como “Consolador” es parakletos, la cual significa: “Una persona que es llamada para estar al lado de otra”; alguien que viene para hacer su parte y ayudar a la persona a la cual acompaña en cada situación crítica que se le presente. Al igual que Jesús, el Espíritu Santo está con nosotros dondequiera que estemos, siempre a nuestro lado cada hora del día o de la noche.

¡Qué hecho más maravilloso! Si esta idea penetra en su corazón y permanece allí, jamás volverá a tener un momento de temor mientras usted viva. ¿Cómo podemos temer en alguna circunstancia si creemos realmente que el Espíritu Santo está de nuestro lado? ¿Cómo puede permanecer la soledad o el abatimiento de corazón? ¿Conoce usted a este amigo, el Espíritu Santo?

ORACIÓN. Señor Jesús, ¿cómo puedo agradecer lo suficiente por haber enviado al Espíritu Santo para ser mi Consolador? Tomo este precioso pensamiento dentro de mi corazón y te pido que develes su significado. Te necesito realmente, Espíritu Santo, para que estés a mi lado cada hora del día y de la noche. Amén.


R. A. TORREY (Devocional diario “EL ESPÍRITU SANTO”)







TRADUCCIÓN