Tenemos que aprender a
aceptar cada palabra de Él como miel del cielo. Tú puedes medir el amor de
cualquier creyente a su Señor por el respeto que tiene por toda palabra que
sale de la boca de Dios. Un predicador dijo una vez: "¡No puedo servir a
un Dios de ira! Predicaré únicamente sobre el ánimo, no el reproche. ¡Dios es
amor! ¡Basta ya de todos lamentos y ayes!” Este hombre no sabe nade sobre la
miel de Dios.
El Señor instruyó a
Ezequiel: "Hijo de hombre, ponte sobre tus pies, y hablaré contigo… yo te
envío a los hijos de Israel, a gentes rebeldes que se rebelaron contra mí;
ellos y sus padres se han rebelado contra mí hasta este mismo día. Yo, pues, te
envío a hijos de duro rostro y de empedernido corazón… Mas tú, hijo de hombre,
oye lo que yo te hablo; no seas rebelde como la casa rebelde; abre tu boca, y
come lo que yo te doy. Y miré, y he aquí una mano extendida hacia mí, y en ella
había un rollo de libro. Y lo extendió
delante de mí, y estaba escrito por delante y por detrás; y había escritas en
él endechas y lamentaciones y ayes" (Ezequiel 2:1,3-4,8-10).
Los ayes de Dios eran
miel para los profetas: "No seas rebelde". ¿Cómo podría Ezequiel ser rebelde? Al no predicar la verdad acerca del
juicio que Dios le había dado. “he aquí una mano extendida hacia mí”. ¡Esta
era la mano de Dios! La mano de Dios contenía un rollo escrito por delante y
por detrás con "endechas y lamentaciones y ayes", todas escritas por
el dedo de Dios. ¿Qué debía hacer Ezequiel con todas estas duras palabras de
Dios? ¡Se le dijo que las comiera! ¡Que llene su estómago con ellas! "Me
dijo: Hijo de hombre, come lo que hallas; come este rollo, y ve y habla a la
casa de Israel. Y abrí mi boca, y me hizo comer aquel rollo. Y me dijo: Hijo de
hombre, alimenta tu vientre, y llena tus entrañas de este rollo que yo te doy.
Y lo comí, y fue en mi boca dulce como miel" (Ezequiel 3:1-3).
Esta era comida del
cielo, ¡maná remojado en miel! "…llena tus entrañas de este rollo que yo
te doy". Las entrañas representan el corazón y "llena” quiere decir
que lo tomes en serio, ¡que le prestes atención! “Y lo comí, y fue en mi boca
dulce como miel”.
Jeremías dijo que todos
los profetas del pasado habían advertido sobre los juicios y ayes. "Los
profetas que fueron antes de mí y antes de ti en tiempos pasados, profetizaron
guerra, aflicción y pestilencia contra muchas tierras y contra grandes reinos”
(Jeremías 28:8). Todos los profetas vivan según cada palabra que salía de la
boca de Dios; tanto la palabra triste como la palabra alegre. ¡Ellos las
consideraron todas como miel!
DAVID WILKERSON
- (DEVOCIONAL DIARIO “ORACIONES”)


