“¿Recibieron ustedes el Espíritu Santo cuando creyeron?” Hechos 19-2
El bautismo con el Espíritu Santo es una obra del Espíritu de la obra regeneradora. Nacer del Espíritu es una cosa, ser bautizado con Él es algo diferente, algo adicional. Esto se hace evidente al leer Hechos 1:5 “…dentro de pocos días ustedes serán bautizados con el Espíritu Santo.” Los discípulos no habían sido bautizados con el Espíritu Santo, pero si habían nacido de nuevo. En Juan 15:3 Jesús les había dicho a estos hombres: “Ustedes ya están limpios por la palabra que les he comunicado.” Se deduce de Santiago 1:18 y 1 de Pedro 1:23, que ser o estar “limpio” significa “nacer de nuevo” por la Palabra de Dios. El Señor dijo acerca de los discípulos que todos estaban limpios, excepto Judas Iscariote (Juan 13:10-11), pero todavía no habían sido bautizados con el Espíritu Santo.
La misma situación es evidente en Hechos 8:12-16. Aquí encontramos un gran grupo de creyentes bautizados, pero el relato bíblico nos cuenta que cuando Pedro y Juan los visitaron, al “llegar, oraron por ellos para que recibieran el Espíritu Santo, porque el Espíritu aún no había descendido sobre ninguno de ellos” (Vr. 15-16). En un lenguaje más claro e innegable, la Escritura nos muestra que el bautismo con el Espíritu Santo es algo distinto y adicional al nuevo nacimiento. Aunque no concuerda con nuestras teorías preconcebidas, inclinémonos ante la enseñanza de la Palabra de Dios.
Pero debo agregar que uno puede ser bautizado con el Espíritu Santo en el mismo momento del nuevo nacimiento. Tal fue el caso de quienes estaban en la casa de Cornelio cuando el apóstol Pedro los visitó (Hechos 10:44), y creo que esto quiere decir que esa era la norma en la iglesia. Ser bautizado con el Espíritu Santo es el privilegio y la herencia por el nacimiento de cada creyente, por el Salvador crucificado, resucitado y ascendido a los cielos. Él ha derramado este don maravilloso (Hechos 2:33). Pero a semejanza de los creyentes de Efeso (Hechos 19), muchos creyentes de hoy no han reclamado todavía lo que es suyo por derecho.
ORACIÓN. Espíritu Divino, veo que las preguntas que tengo acerca de tu obra no son nuevas, y que los creyentes del Nuevo Testamento obtuvieron respuestas para ellas. Te ruego que respondas las mías también. Que tu Palabra sea absolutamente clara a mi mente y mi corazón para que yo pueda asimilarla. Amén.
R. A. TORREY (Devocional diario “EL ESPÍRITU SANTO”)