domingo, 7 de septiembre de 2014

La podadera 7 septiembre




 “Vosotros  estáis  ya  limpios  por  la  palabra  que  os  he  hablado.” Juan 15:3


¿QUÉ ES LA PODADERA de este Labrador celestial? Se dice con frecuencia que es la aflicción; pero ¿es ésta la herramienta que usa? ¿Cómo se compaginaría esto con el hecho de que algunos pasan largas temporadas libres de adversidad, o con que algunos parece que reciben constantemente bondades del Señor? ¡No! Es la Palabra de Dios, que es un cuchillo más aguzado que una espada de dos filos, que penetra y separa el alma y el espíritu, y que discierne rápidamente los pensamientos e intentos del corazón. Sólo cuando la aflicción nos conduce a la disciplina de la Palabra es que se vuelve una bendición; con frecuencia, la falta de limpieza del corazón por medio de la Palabra es la razón por la que la aflicción no es santificada. Ni aun la espina en la carne de Pablo pudo ser bendición hasta que la Palabra de Cristo -«Mi fuerza en la flaqueza se perfecciona»- le hizo ver el peligro de la autoexaltación y le hizo gozarse en sus debilidades.

La Palabra de Dios es la podadera. Jesús dice: «Vosotros estáis ya limpios por la palabra que os he hablado.» ¡Cuán penetrante es esta palabra que El ha hablado! ¡Es como una espada afilada de dos filos, como El les había enseñado! «A menos que un hombre se niegue a sí mismo, pierda su vida, aborrezca a su padre y a su madre, no puede ser mi discípulo, no es digno de mí.» Lo mismo cuando humilló su orgullo, o les reprendió por su falta de amor, o predijo que le abandonarían. Desde el principio de su ministerio, desde el Sermón del Monte, hasta sus palabras de amonestación en la última noche, su Palabra había procurado limpiarlos. Había descubierto y condenado todo lo que era de la persona; ahora estaban vacíos y limpios, dispuestos para recibir al Espíritu Santo.

Sólo cuando el alma renuncia a sus propios pensamientos y los pensamientos humanos respecto a lo que es religión, y se entrega sincera, humilde, alegre y pacientemente a la enseñanza de la Palabra por el Espíritu, el Padre hará su bendita obra de poda y limpieza de toda la naturaleza del yo, que se mezcla con la obra e impide obrar al Espíritu. Que aquellos que quieran saber lo que el Labrador puede hacer por ellos, todo lo que la Vid puede sacar de ellos, busquen anhelosos rendirse a la bendita poda de la Palabra. Que en su estudio de la Palabra la acepten como el martillo que quebranta y desmenuza, como el fuego que funde y purifica, como la espada que corta y mata todo lo que es de la carne. La palabra de arrepentimiento preparará para la palabra de consuelo y de esperanza, y el Padre limpiará a través de su Palabra.

Todos aquellos que son ramas de la verdadera Vid, cada vez que leéis y oís la Palabra, esperad primero en El para que la use para podar las ramas. Disponed vuestro corazón a su deseo de tener más fruto. Confiad en El que, como Labrador, hará la obra. Entregaos con sencillez de niño a la obra de poda de la Palabra y del Espíritu, y que podáis ser contados entre aquellos en los cuales sus propósitos se cumplen.

ORACIÓN. Padre, te ruego que me limpies y podes por medio de tu Palabra. Escudríñame y saca a la luz todo aquello que es del «yo» y de la carne en mi vida religiosa. Corta todo lo que sea autoconfianza, para que la Vid pueda hallar en mí una disposición libre para recibir su vida y Espíritu. Oh santo Labrador, confío en Ti que cuidarás de la rama tanto como de la Vid. Tú eres mi sola esperanza.


ANDREW MURRAY - (Devocional diario “LA VID VERDADERA”)







TRADUCCIÓN