domingo, 7 de septiembre de 2014

El Espíritu Santo da convicción 7 septiembre




“Y cuando Él venga, convencerá al mundo de su error en cuanto al pecado, a la justicia y al juicio.”  Juan 16:8


Es tarea del Espíritu Santo convencer de pecado a la gente, y lo hace de tal manera que produce en ella un profundo sentido de pecaminosidad personal. Aquí es donde comienza la obra de la salvación en la mayoría de la gente. Les hace conscientes de que son pecadores y que necesitan un Salvador; luego entonces están listos, sin necesidad de que los apresuren demasiado para aceptar a Cristo Jesús cuando les hablan de Él como el todo suficiente Salvador que tanto necesitan.

Una de las grandes necesidades de nuestros días es la convicción de pecado. Los hombres y las mujeres no se dan cuenta de lo horripilante del pecado o que tienen que presentarse ante Dios. Tenemos un ojo muy perspicaz y agudo para mirar las faltas y los pecados de los demás, pero muy ciegos para los nuestros. “Nada hay tan engañoso como el corazón. No tiene remedio. ¿Quién puede comprenderlo?” (Jeremías 17:9). Y el mundo es tan ciego a la pecaminosidad, que únicamente el Espíritu Santo, puede convencerlo de pecado, haciendo ver al ser humano cuán pecador es.

Ni usted ni yo podemos convencer de pecado a ningún hombre o mujer ni aun con los razonamientos más persuasivos o con las historias más interesantes. Podemos hacer que los hombres lloren mirando una cinta cinematográfica, pero derramar lágrimas al ver u oír historias emotivas o al escuchar canciones conmovedoras, no es convicción de pecado.

Pero si para nosotros es imposible convencer de pecado a los seres humanos, no lo es para el Espíritu Santo. Si nos ponemos a disposición suya para que nos utilice según su voluntad, si procuramos que lo haga, y si somos más cuidadosos de estar en la correcta relación con Dios, de tal manera que el Espíritu pueda obrar por medio nuestro, podremos ver mayor convicción de pecado.

El Santo Espíritu hoy convence de pecado a la gente con tanto poder como lo hizo en el día de Pentecostés cuando tres mil hombres y mujeres fueron tocados en lo profundo de su corazón (Hechos 2:37). Si Pedro hubiera predicado el mismo sermón un día antes de la venida del Espíritu, no hubiera logrado tales resultados. ¡Oh, sí! Necesitamos creer en el poder del Espíritu Divino para convencer de pecado a los hombres y mujeres, y necesitamos confiar en Él para que haga su obra gloriosa a través de nosotros.

ORACIÓN. Santo Espíritu, vivimos en un mundo que está terriblemente insensible a lo horripilante del pecado. Te pido que comiences en mi propia vida; escudríñame y muéstrame mi corazón en relación con el pecado. Hazme una luz con la cual puedas alumbrar a otros. Amén.


R. A. TORREY (Devocional diario “EL ESPÍRITU SANTO”)







TRADUCCIÓN