CORRIENDO LA SEGUNDA MILLA
Por Pastor Valentín González B.
“Oísteis que fue dicho: Ojo por ojo,
y diente por diente. Pero yo os digo: No resistáis al que es malo; antes, a
cualquiera que te hiera en la mejilla derecha, vuélvele también la otra; y al
que quiera ponerte a pleito y quitarte la túnica, déjale también la capa; y a
cualquiera que te obligue a llevar carga por una milla, ve con él dos. Al que
te pida, dale; y al que quiera tomar de ti prestado, no se lo rehúses.” Mateo
5:38-42
En el año 63 antes de Cristo, los judíos fueron dominados por el imperio
romano. Una de las prácticas que había en los tiempos de Jesús era que los
soldados romanos, para humillar a los judíos, los obligaban a llevar cargas
pasadas por una milla. Esta era una de las causas de enojo y rebelión de los
judíos contra los romanos. Jesús utilizó esa situación humillante para enseñar a
sus discípulos una lección inesperada: “Si
alguien te obliga a llevar carga por una milla, vé con él dos”. Estos son los principios que Jesús nos
enseña sobre este asunto:
Recorrer la segunda milla es hacer
más de lo que se espera de nosotros… y hacerlo voluntariamente y de buena gana. Las personas que logran hacer cosas
importantes en esta vida son aquellas que hacen más de lo que se espera de
ellas. Estas personas marcan la diferencia. Son líderes. Van siempre adelante,
porque se exigen más a sí mismas. Eso es algo que uno puede ver en los atletas,
en los artistas, en los políticos exitosos. Están pagando el precio de correr
la segunda milla para lograr cosas importantes.
UNA HISTORIA BÍBLICA SOBRE CORRER LA SEGUNDA MILLA. En Génesis 24 relata la historia de
Abraham pidiendo a su siervo más viejo ir a buscar una esposa para su hijo Isaac
entre los parientes de Abraham en Mesopotamia. El plan del anciano criado fue
escoger a una jovencita que fuera excepcional, es decir, una que él observara
que estaba dispuesta a hacer más de lo que se esperaba de ella. Los versículos
10 al 15 nos narran el encuentro de este siervo con Rebeca. El anciano le pidió
a Dios esto: “Sea, pues, que la doncella a que yo dijere: Baja tu cántaro, te
ruego, para que yo beba, y ella respondiere: Bebe, y también daré de beber a
tus camellos; que sea ésta la que tú has destinado para tu siervo Isaac” (Gén.
24:14). En efecto, Rebeca no sólo le dio de beber agua al anciano (ver. 18),
sino que luego ella misma sacó nuevamente agua del pozo y le dio de beber a
todos los cabellos (vers. 19-21). Naturalmente el hombre quedó encantado, y la
joven fue la escogida. Recuerde que el siervo llevaba diez camellos, ¡y que
cada uno de ellos toma un promedio de 25 galones de agua! ¡Eso
es correr la segunda milla!
¡CRISTO CORRIÓ LA SEGUNDA MILLA POR
NOSOTROS! En
Filipenses 2 dice que no tomando en cuenta ser Dios mismo se despojó, y tomando
forma de hombre, se hizo siervo y fue obediente a Dios hasta las últimas
consecuencias. Fue menospreciado, escupido, humillado y finalmente murió de
forma violenta por nosotros. ¡Eso es el máximo ejemplo de correr la segunda
milla!
A través de la historia, muchos cristianos han corrido la segunda milla.
Los cristianos perseguidos de los primeros siglos no se escondieron por temor,
sino que estuvieron dispuestos a sacrificarlo todo por la causa del evangelio.
Hombres y mujeres han estado dispuestos a abandonar la comodidad de sus hogares
y de una profesión lucrativa con el objetivo de llevar el conocimiento de Dios
a lugares inhóspitos y peligrosos. Son cristianos que han corrido la segunda
milla. ¿Cómo respondes cuando se te pide hacer algo que te saca de la comodidad
y de tu rutina? El camino de Dios, tal como nos lo plantea el Señor en el
Sermón del Monte y en todas sus enseñanzas, es un camino de esfuerzo, para
valientes. ¡De hombres y mujeres dispuestos a hacer mucho más de lo que espera
de ellos!


