“Este es mi mandamiento: Que os améis unos a otros, como Yo os he amado.” Juan 15:12
ESTA ES LA SEGUNDA VEZ que nuestro Señor usa la expresión «como yo». La primera vez fue en su relación con el Padre: guardar sus mandamientos y permanecer en su amor. De la misma manera nosotros hemos de guardar los mandamientos de Cristo, permanecer en su amor. La segunda vez habla de su relación con nosotros como la regla de nuestro amor a los hermanos: «Amaos unos a otros, como yo os he amado.» En cada caso su disposición y conducta ha de ser la ley para nosotros. Es una verdad en la que ya hemos insistido: la perfecta semejanza entre la Vid y la rama.
Como Yo. — Pero ¿no es vano imaginar que podemos guardar sus mandamientos y amar a los hermanos, como El guardó los mandamientos de su Padre y nos amó a nosotros? Y si lo intentamos, ¿no acabaremos fracasando y desanimados? Sin duda, si buscamos llevar a cabo este mensaje con nuestra fuerza, o sin una completa comprensión de la verdad de la Vid y sus ramas. Pero si entendemos que el «como Yo» es precisamente la más grande de las lecciones de la parábola, veremos que no se trata de lo que pensamos o sentimos que podemos hacer, sino de lo que Cristo puede hacer en nosotros. Estas grandes órdenes: «¡Obedeced, como Yo! ¡Amad, como Yo!» aparecen para hacernos comprender nuestra impotencia y con ello hacernos ver la necesidad, la belleza y suficiencia de lo que se nos provee por parte de la Vid.
Empezaremos oyendo a la Vid, que dice constantemente a la rama: «Como Yo. Mi vida es tu vida, tú participas de mi plenitud; el Espíritu en ti, y el fruto que procede de ti, todo es mío. No tengas miedo, sino con fe acepta el "Como Yo" como la seguridad divina de que, viviendo yo en ti, puedes vivir como Yo.»
Pero ¿por qué, si éste es el significado de la parábola, si ésta es realmente la vida que la rama debe vivir, lo comprenden tan pocos? Porque no conocen el misterio celestial de la Vid. Conocen la parábola y que contiene hermosas lecciones. Pero el misterio espiritual escondido de la Vid en la divina omnipotencia y proximidad, proveyéndoles lo que necesitan en todo momento, esto no lo conocen porque no han esperado que el Espíritu de Dios se lo revele.
Amaos unos a otros, como Yo os he amado. — ¿Cómo vamos a empezar si realmente hemos de aprender un misterio? Con la confesión de que necesitamos ser llevados a un modo de vida enteramente nuevo, porque nunca hemos conocido a Cristo como la Vid en la plenitud de su poder transformador y vivificador.
Con la entrega para ser purificados de todo lo que es del yo, y separados de lo que es del mundo, para vivir sólo y totalmente como Cristo vivió para la gloria del Padre. Y luego, con la fe en que este «como yo» es verdaderamente lo que Cristo está dispuesto a realizar, la Vid mantendrá esta misma vida en la rama totalmente dependiente de Él.
ORACIÓN. Como Yo. De nuevo, mi bendito Señor, como la Vid, así la rama: una vida, un espíritu, una obediencia, un gozo, un amor. Señor Jesús, confiado en que Tú eres mi Vid, y que yo soy tu rama, acepto tu orden como una promesa, y tomo tu «Como Yo» por una simple revelación de lo que Tú haces en mí. Sí, Señor, como Tú me has amado, yo amaré.
ANDREW MURRAY - (Devocional diario “LA VID VERDADERA”)


