lunes, 22 de septiembre de 2014

Así como yo 22 septiembre




“Si guardáis mis mandamientos, permaneceréis en mi amor; así como yo he guardado los mandamientos de mi Padre, y permanezco en su amor.”  Juan 15:10


MÁS DE UNA VEZ tuvimos ocasión de hablar de la perfecta semejanza entre la naturaleza de la vid y de la rama, y por tanto de sus objetivos. Aquí Cristo ya no habla en parábolas, sino que dice claramente cómo su propia vida es exactamente un modelo de la nuestra. Cristo había dicho que es sólo por la obediencia que podemos permanecer en su amor. Ahora nos dice que ésta era la manera en que El permanecía en el amor del Padre. Como la Vid, la rama. Su vida, su fuerza y su gozo habían sido en el amor del Padre: era sólo por medio de la obediencia que permanecía en El. Podemos hallar nuestra vida, fuerza y gozo en su amor todo el día, pero es sólo por medio de una obediencia como la suya que podemos permanecer en El. La perfecta conformidad a la Vid es una de las lecciones más preciosas de la rama. Fue por medio de la obediencia que Cristo, como Vid, honraba al Padre, el Labrador; fue por obediencia que el creyente, como rama, honra a Cristo, la Vid.

Obedecer y permanecer. — Esta era la ley de la vida de Cristo, tal como debe ser la de la nuestra. El fue hecho como nosotros en todas las cosas, para que nosotros pudiéramos ser como Él en todas las cosas. El abrió un camino para que nosotros anduviésemos a lo largo del mismo como El anduvo. El tomó nuestra naturaleza para enseñarnos a llevarla, y nos mostró cómo obedecer, que es el primer deber de la criatura, y la única manera de permanecer en el favor de Dios y entrar en su gloria. Y ahora viene a instruirnos y alentarnos, y nos pide que guardemos sus mandamientos, como El guardó los mandamientos de su Padre y permaneció en su amor.

La adecuación divina de esta relación entre obedecer y permanecer, entre los mandamientos de Dios y su amor, se ve fácilmente. La voluntad de Dios es el verdadero centro de su perfección divina. Tal como se revela en sus mandamientos, abre el camino a la criatura para crecer en la semejanza de su Creador. Al aceptar y hacer su voluntad, le levanta a la comunión con El. Por tanto, el Hijo, cuando vino a este mundo, dijo: «¡He venido a hacer tu voluntad, oh Dios!» Este era el lugar y ésta sería la bendición de la criatura. Esto es lo que habíamos perdido en la Caída. Esto era lo que Cristo vino a restaurar. Esto es lo que, como Vid celestial, nos pide y nos imparte, que como El guardó los mandamientos permaneciendo en su amor, nosotros guardemos sus mandamientos permaneciendo en su amor.

Así como Yo. — La rama no puede traer fruto a menos que tenga la misma naturaleza de la Vid. Nuestra vida ha de ser la duplicación exacta de la vida de Cristo. Puede serlo, en la medida en que creamos en El, como Vid, impartiéndose, El mismo y su vida, en las ramas. «Así como Yo», dice la Vid; una ley, una naturaleza, un fruto. Aceptemos de nuestro Salvador la lección de obediencia como el secreto de permanecer. Confesemos que a la obediencia simple, implícita y universal se le ha concedido muy poco de la importancia que debería tener. Cristo murió por nosotros cuando éramos sus enemigos, desobedientes. El nos aceptó en su amor; ahora que estamos en El, su Palabra es: «Obedeced y permanecer; como Yo.» Entreguémonos a querer y a amar la obediencia. El nos guardará permaneciendo en su amor.

ORACIÓN. Así como Yo. ¡Oh bendita Vid, que haces a la rama partícipe de tu vida y semejante en todo; en esto también debo ser como Tú: como fue tu vida en la del amor del Padre por medio de la obediencia, así también la mía en tu amor! Salvador, ayúdame, que mi obediencia pueda verdaderamente ser un lazo entre Tú y yo.


ANDREW MURRAY - (Devocional diario “LA VID VERDADERA”)







TRADUCCIÓN