martes, 23 de septiembre de 2014

Arrepentimiento 23 septiembre




“Arrepentíos y bautícese cada uno de ustedes en el nombre de Jesucristo para perdón de sus pecados -les contestó Pedro-, y recibirán el don del Espíritu Santo.”  Hechos 2:38


El segundo paso también se encuentra en la palabra arrepentimiento, un cambio mental, un cambio de la actitud que ama el pecado, lo tolera y consiente, a la actitud que lo detesta y renuncia a él. Este es el segundo paso hacia el bautismo con el  Espíritu Santo: renunciar a todo pecado. Aquí enfrentamos uno de los obstáculos más grandes que impiden recibir el Santo Espíritu. Como su mismo nombre lo dice, el Espíritu Santo es Santo, y tenemos que hacer una elección clara entre el Santo Espíritu, y el pecado impuro y no santo. No podemos tener a los dos. En este punto es donde muchos creyentes fracasan y no obtienen la bendición. Se aferran a algo en su ser interior que saben, con mayor o menor certeza, que no agrada a Dios.

Si hemos de recibir el Espíritu Santo debe haber un escudriñamiento del corazón muy cuidadoso y sincero. Pero no podemos escudriñarnos satisfactoriamente nosotros mismos: Dios debe hacer esa labor. Si deseamos recibir el Espíritu Santo, debemos ir a Dios en privado y pedirle que escuche detalladamente nuestro corazón, y exponga a la luz cualquier cosa que le desagrade (Salmo 139:23-24). Luego debemos esperar que lo haga.

Con frecuencia lo que nos impide recibir el bautismo con el Espíritu Santo es lo que llamamos con complacencia “un pecado pequeño”. Pero en realidad no hay “pecados pequeños”. Hay pecados en relación con cosas pequeñas, pero cada pecado es un acto de rebelión contra Dios, no importa lo pequeño que parezca.

Si hay algo que siempre surge cuando usted se acerca a Dios, eso es lo que debe desechar de inmediato. Muchos de nosotros hacemos cosas de las cuales nos hemos persuadido que son perfectamente correctas, pero que cada vez que nos acercamos al Señor, emergen para molestar nuestra conciencia. Con ellas debemos tratar asistidos por la luz divina.

Si después de una espera paciente y sincera no sale nada a la luz, debemos concluir que no hay cosas de este tipo en nuestro camino y proceder con los próximos pasos. Pero no debemos llegar a esta conclusión con demasiada rapidez. El pecado escondido con frecuencia parece muy pequeño e insignificante.

ORACIÓN. Espíritu de Dios, tú escudriñas lo íntimo de Dios y mi corazón también. Te pido que expongas a la luz cualquier cosa en mi vida que estorbe tu plenitud en ella, sin importar lo pequeña que me parezca. Permaneceré  frente al trono divino y escucharé tu voz. Amén.


R. A. TORREY (Devocional diario “EL ESPÍRITU SANTO”)







TRADUCCIÓN