viernes, 29 de agosto de 2014

Para esto fueron llamados 29 agosto




“Quien, siendo por naturaleza Dios, no consideró el ser igual a Dios como algo a que aferrase. Por el contrario, se rebajó voluntariamente, tomando la naturaleza de siervo y haciéndose semejante a los seres humanos.”  Filipenses 2:6-7


El llamamiento cristiano es para el incrédulo tan incomprensible y tan carente de atractivo como lo fue la persona y la obra de nuestro Glorioso Salvador. A juicio del mundo el Maestro no tenía la belleza o el atractivo que lo hiciera deseable. Y es posible recibir salvación y vida eterna por el sacrificio redentor de Cristo y tener una apreciación imperfecta de dicha naturaleza, los privilegios y las responsabilidades de este llamamiento. ¿Exactamente a qué hemos sido llamados? A hacer el bien, a sufrir por él, y a soportarlo con paciencia. “Un bonito llamado”, se lamenta la incredulidad y se aleja disgustada. “Triste, pero  cierto”,  responden  muchos  con  un  corazón  acongojado. Gracias,  oh  Padre, responde una fe fuerte porque así te agradó.” (Mateo 11:26). Dios no ha cambiado desde que el Espíritu Santo registró la respuesta a la pregunta anotada anteriormente. El hombre no ha cambiado, ni ha cambiado tampoco el gran enemigo de nuestras almas.

Ahora bien, ninguno de los procedimientos o actos de Dios son arbitrarios; todas las acciones  y todas las demandas de la perfecta sabiduría y la perfecta bondad deben, necesariamente, ser sabias y perfectas. Cuando el sufrimiento llega a nuestra vida somos llamados a enfrentarlo y sufrirlo con paciencia –y más que con paciencia, con gratitud y con alegría– porque visto desde un punto de vista correcto, no hay ni fundamento ni excusa para la impaciencia; todo lo contrario, tenemos suficientes razones para una rebosante gratitud y alegría. Los cristianos de la iglesia naciente no eran tontos ni locos cuando asumieron gozosamente el despojo de sus bienes, complacidos de que sus nombres fueran considerados como perversos y que ellos mismos fueran tenidos por dignos de sufrir por su Señor y Maestro (Hechos 5:41). 

Para que el mensaje sea comprensible a los incrédulos debe ser vivido por los seguidores de Jesús. En efecto Dios dice: “Vayan y vivan entre los inconversos como mis representantes.” Sean realmente felices, y permitan que quienes los observan vean que son felices –aún en medio de cualquier cosa personal negativa y en medio del sufrimiento– para darles la oportunidad de que la gracia de Dios tenga sentido para ellos. Mientras más grandes sean las persecuciones, mayor es el poder de su testimonio. Un testimonio así jamás fue en vano.

ORACIÓN. Padre, yo deseo seguir en los pasos de tu Hijo, sin importar a dónde me lleve. Si eso implica sufrir por tu nombre, ayúdame a soportarlo con gozo. Amén.


HUDSON TAYLOR - (Devocional diario “SECRETOS ESPIRITUALES”)







TRADUCCIÓN