A la mayoría de
nosotros nos gustaría tener la habilidad de hacer ciertas cosas en la vida que
no podemos hacer. Estoy hablando de cosas que no son sólo difíciles, sino
imposibles.
Incluso los más devotos
seguidores de Jesús no pueden arreglar ciertas cosas, pero conocemos a Aquel
que sí puede. Lo maravilloso de la vida en Cristo es que llegamos a participar
en cosas increíbles que no podríamos hacer por nosotros mismos. De hecho, Jesús
nos llama a participar con Él en lograr lo que no podemos hacer por nosotros
mismos: ver a nuestros seres queridos llegar a la fe; ver matrimonios rotos
restaurados y sanados; ver a los que no son salvos en nuestra comunidad
rescatados de una eternidad sin esperanza. A través de nuestra fe en Jesús,
podemos llegar a ver, e incluso tomar parte, en este tipo de cosas que se
logran por Su poder, majestad y autoridad.
Hebreos 11 es el
capítulo conocido como el “Salón de la
Fe ”, pues lista figuras bíblicas que agradaron a Dios por
medio de grandes actos de fe. Desde Abraham a Sarah, hasta David, hasta Samuel,
hasta Gedeón y muchos otros, vemos creyentes elogiados, no por sus talentos o
logros, sino por confiar en Dios para hacer lo que estaba más allá de sus
habilidades. Juntos conforman “una enorme
multitud de testigos de la vida de fe” (Hebreos 12: 1 NTV).
Esa frase en cursiva
nos dice que hay una vida de fe para
ser vivida. Y para obtener esa vida, se nos insta a dejar a un lado todo peso
que nos impide confiar en fe: “despojémonos todo peso” (12:1). ¿Cuáles son estos pesos, estos obstáculos a
la fe? Conozco a muchos cristianos que están sobrecargados de incredulidad.
A medida que consideran sus circunstancias piensan: “Mi necesidad nunca será
satisfecha. He orado sin cesar y he pedido a otros que oren por mí, incluyendo
líderes de la iglesia, pero la respuesta nunca llega. He intentado de todo y
nada funciona”.
El problema de muchos
es que miran a sus circunstancias más que al Dios que controla todas las
circunstancias. Su fe queda estancada por un “peso que [les impide]
correr" (12:1 NTV). Les puedo asegurar, lo que Dios ha prometido nunca
puede ser destruido. Cada palabra que Él ha enviado será cumplida finalmente.
Satanás lo sabe, y lo único que puede hacer es tratar de frenar los propósitos
de Dios para nosotros convenciéndonos de sumirnos en nuestras dificultades. Si
tu situación parece desesperada, la vida de fe te llama a creer: “Un día Dios
cumplirá lo que soy incapaz de concebir ahora”.
GARY WILKERSON
- (DEVOCIONAL DIARIO “ORACIONES”)


