Petición de ayuda en
medio de la prueba. Masquil de David. Oración que hizo cuando estaba en la
cueva (Salmo 142)
David oró cuando estuvo en la cueva. Si tiempo después, cuando estuvo en
su palacio, hubiera orado siquiera la mitad de lo que oró cuando estaba en la
cueva, todo hubiera sido mejor para él. Si hubiera estado mirando hacia el
cielo, si su corazón hubiera estado en comunión con Dios, nunca hubiera mirado
a Betsabé, y jamás habría cometido ese tremendo pecado, crimen que manchó
horrendamente todo su carácter.
El nuestro no es un Dios de las colinas solamente, sino también de los
valles. Él es tanto el Dios del mar como de la tierra. Él escuchó a Jonás
cuando estaba aprisionado –al parecer para siempre– en el vientre del gran pez.
Cualquiera que sea su lugar de trabajo, allí puede orar. Dondequiera que se
acueste, allí puede elevar su oración. No existe un lugar al cual pueda ir y
alejarse de Dios, y no hay un momento, del día o de la noche, en el cual el
trono de Dios sea inaccesible. Las cuevas han podido escuchar las mejores
oraciones. Algunos de los hijos e hijas de Dios brillan mejor en la oscuridad. Muchos
de los herederos del cielo oran muy bien solo cuando están en necesidad. Algunos
cantan en su lecho de enfermos, pero cuando están bien de salud, raramente lo
hacen. Otros alaban a Dios bajo el fuego de la aflicción, pero no lo hacen
antes de que la prueba llegue.
David iba ser rey de Israel. ¿Cuál
sería su camino al trono en Jerusalén? Ese camino pasó primero por la cueva de
Adulam. Tuvo que pasar por allí como un comienzo, porque esa era la manera en
que se convertiría en rey. Cuando Dios está a punto de llevarlo a usted a un
nivel espiritual más alto, primero le hace descender. Él le hace sentir hambre
antes de alimentarlo bien; Él lo desnuda antes de vestirlo; lo convierte en
nada, antes de hacer de usted algo grande. Jacob llegó a ser el “Príncipe
de Dios” cuando Dios tocó su cadera y lo
puso a cojear. No se asombre si tiene que pasar por la cueva. Allí es donde
Dios le enseñará a orar.
ORACIÓN. Padre bueno, venga lo que viniere a mi vida hoy, sea una cueva o un
trono, que en mis labios siempre permanezcan las alabanzas para Ti. Amén.
CHARLES SPURGEON - (Devocional diario "LA ORACIÓN ")