“Si permanecen en mi, y
mis palabras permanecen en ustedes, pidan lo que quieran, y se les concederá” Juan 15:7
La oración brota espontáneamente de la vida de quienes permanecen y moran
en Jesús. La oración es el efecto natural de un alma que tiene comunión con el
Señor. Así como las hojas y los frutos brotan de la vid sin ningún esfuerzo
consciente, sencillamente por estar unidas al tronco, así brotan, florecen y
dan fruto las oraciones de las almas que moran en Jesús. Tal como brillan las
estrellas, así los creyentes en comunión con Dios, oran. Cuando lo hacen no se
dicen a sí mismos: “Llegó la hora de nuestra tarea de orar.” No; ellos oran así
como la gente con sentido común come cuando el deseo de alimentarse llega. No
se lamentan como esclavos diciendo: “Debemos orar, pero no siento deseos de
hacerlo. ¡Qué cansancio con este asunto de la oración!” Para ellos acercarse al
trono de la gracia es un asunto deleitoso y se gozan en llegar allí. Los
corazones que moran en Cristo y donde Cristo mora, producen oraciones así como
el fuego produce chispas y llamas. Las almas que moran con Cristo comienzan el
día con oración; la oración las circunda como una atmósfera todo el día, y en
las noches se duermen orando. Gozosamente pueden decir: “Despierto y aún estoy
contigo” (Salmo 139:18 RVR). El hábito de orar y pedir a Dios proviene de habitar en Cristo.
El fruto de morar en el
Señor también incluye la libertad para orar ¿No se
arrodillan usted a veces a orar y no siente poder en la oración? Quiere orar
pero las aguas están congeladas y no fluyen. La voluntad de orar existe pero no
así la libertad para hacerlo. ¿Quisiera, entonces, tener la libertad para orar
y poder hablar con Dios como habla cualquiera con un amigo? Esta es la manera:
“Si permanecen en mí, y mis palabras permanecen en ustedes, pidan lo que
quieran, y se les concederá”, esto no significa
que ganará libertad para un mero fluir de palabras, lo cual es un don
inferior. La fluidez es una capacidad cuestionable, especialmente si las
palabras no van acompañadas con el peso del pensamiento y la intensidad del
sentimiento. Algunos hermanos oran por metros, pero la oración se mide por
peso, no por su extensión. Un solo clamor sincero será una oración más plena y
tendrá más peso ante Dios que una oración bonita, elaborada y larga.
ORACIÓN. Señor Jesús, quiero morar en Ti hoy. Orar es mi alegría. Amén.
CHARLES SPURGEON -
(Devocional diario "LA
ORACIÓN ")


