domingo, 24 de agosto de 2014

Ciencia Espiritual (1) 24 agosto




“Ya conocen la gracia de nuestro Señor Jesucristo, que aunque era rico, por causa de ustedes se hizo pobre, para que mediante su pobreza ustedes llegaran a ser  ricos.”  2 Corintios 8:9 


Existen condiciones muy claras para obtener el éxito en nuestra vida espiritual. Si las ignoramos, podríamos trabajar muy duro, y sembrar mucho, y sin embargo cosechar muy poco. ¿No cree usted que el fracaso de muchos de nuestros esfuerzos se debe a nuestro intento de hacer la obra de Dios de manera  humana, y a veces hasta a la manera del diablo? ¿Es sorprendente esta pregunta? Le sugiero que lea el relato de las tentaciones que enfrentó nuestro Señor Jesús en el desierto después de su bautismo y note lo que es la manera de Satanás (Mateo 4). ¿No han sido escuchadas, a menudo y sin saberlo, las sugerencias satánicas en el intento de hacer avanzar la obra de Dios? ¿No han sido inducidos a veces los cristianos en nuestro país y en el exterior a comenzar a trabajar, y tal vez a continuar la obra por los incentivos de apoyo y posición prometidos? ¿Se recibirían siempre las mismas sumas de dinero para la obra de Dios si no se pasara el platillo de las ofrendas, o si los nombres de los donantes no se publicaran?

Cuando el Señor de la gloria vino a traer la mayor bendición escogió el lugar más humilde, como el que mejor se adaptaba para cumplir su propósito. De igual manera, cuando quiso enriquecernos a nosotros que estábamos en bancarrota, inteligente y misericordiosamente se vació a sí mismo de todas sus riquezas, algo que no era ni necesario ni adecuado para Él, para llevar a cabo su propósito. Haremos bien en recordar que Él era la sabiduría y el poder de Dios, y necesariamente escogió la manera más sabia y más poderosa para lograr su propósito. Pudo haberse encarnado como un noble romano, y supongo que sin duda por esto hubiera ganado muchos discípulos, pero, ¿qué clase de discípulos? O hubiera podido nacer en la familia de un judío noble y rico, pero no lo hizo así, no era esa la manera de Dios.

Los creyentes de Corinto “conocían la gracia de nuestro Señor Jesucristo que por amor a ellos se hizo pobre, siendo rico, para que ellos con su pobreza fueran enriquecidos” (2 Corintios 8:9). ¿La conocemos nosotros? Si no, ¿Queremos conocerla? ¿Somos imitadores de Dios si no hacemos ningún sacrificio costoso por la salvación de los hombres? El Señor quiere nuestros Isaacs -lo que más amamos- sobre el altar, no nuestros lujos. ¿Podemos presumir que somos seguidores de Cristo si no andamos en amor, tal como Cristo nos amó y se dio a sí mismo por nosotros?

ORACIÓN. Espíritu Santo, escudriña mi corazón y revela la verdad de lo que Tú encuentres en él. Si hay en mi vida algo o alguien que Tú quieres que yo ponga en el altar de la consagración a ti, ayúdame a entregarlo ahora. Amén.


HUDSON TAYLOR - (Devocional diario “SECRETOS ESPIRITUALES”)







TRADUCCIÓN